Web Toolbar by Wibiya Caso García Belsunce: Misterio por una mucama

martes, 24 de diciembre de 2002

Misterio por una mucama

Una mujer misteriosa, cuyo nombre aún nadie acierta a revelar, está por estas horas entre los objetivos primarios en la agenda de los investigadores del asesinato de María Marta García Belsunce.

Para ellos, identificarla y escuchar qué tiene para decir, no sólo de los motivos de su presencia en la escena del crimen sino de lo que vio en ella, es crucial para avanzar en el esclarecimiento del homicidio ocurrido en el country Carmel, de Pilar, el 27 de octubre pasado.

Todo indica que se trata de una empleada doméstica. Su presencia en la escena del hecho -una mujer vestida con un uniforme de personal de servicio color rosa- fue consignada por Santiago Biasi, el segundo médico que revisó a la víctima el día del crimen, en su primera declaración.

Desde el 11 de noviembre, día de ese testimonio, el círculo íntimo de la familia negó invariablemente la presencia de personal de servicio en la casa. Pero ahora, según confiaron a LA NACION allegados a la causa, vecinos y amigos admiten que una mujer a la que ninguno de ellos conoce entró en la casa menos de una hora después del descubrimiento del hecho y se fue tan misteriosamente como llegó.

Ubicar a esta mujer es, ahora, también un objetivo primario para la familia de la víctima. Ante un panorama en el que los integrantes de ese círculo íntimo están primeros en la lista de sospechosos, a la luz de gravísimas acciones y omisiones que el fiscal de Pilar Diego Molina Pico evalúa para determinar si configuran o no un cuadro de encubrimiento del crimen, vecinos que defienden a ultranza la inocencia de los familiares de García Belsunce la buscan ahora. Creen que ella, la única sin una buena excusa para haber estado en la casa apenas conocida la muerte, puede ser la clave de acceso para descubrir quién, fuera del círculo íntimo, podría estar detrás del asesinato.

La eventual aparición de esta mujer, al menos por ahora, tiene entonces una importancia radical -aunque eventual- para la familia, en tanto es útil a los investigadores para obtener una versión de la escena del hecho y de sus protagonistas distinta de la del círculo íntimo de la víctima y de los dos médicos que la atendieron, cuyo papel en el caso es objeto de duros cuestionamientos.

Para los defensores de la familia, esa mujer podría haber sido enviada por el autor del homicidio para "registrar" qué ocurría en la escena. Esa hipótesis encierra una sospecha: el asesino es, para ellos, alguien que vive en el country.

Es curioso, pero los investigadores también están convencidos, luego de las últimas probanzas agregadas al expediente, de que, como a la usanza de los clásicos de la novela negra de misterio, el crimen ocurrió en una suerte de habitación cerrada, infranqueable, una metáfora para describir un country en el que la entrada o salida de desconocidos es -o debe ser- escrupulosamente registrada.


ACCIONES INEXPLICABLES

Mientras el sospechado círculo íntimo apuesta a que alguna circunstancia aleje el dedo acusador de la Justicia de él, quizá de la mano de lo que pudiera confesar la mujer misteriosa, el fiscal y los detectives de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro esperan los resultados de los peritajes que actualmente se realizan sobre los restos de sangre y las huellas dactilares halladas en la escena del crimen, en lugares donde jamás podrían haber estado de tratarse la muerte de un hecho trágico, pero accidental.

Aún no hay precisiones, dijeron fuentes de la investigación, respecto del grupo y factor de las manchas hemáticas levantadas del piso del baño, de la alfombra del dormitorio y del antedormitorio, de un cuadro y de la pared donde estaba colgado, de un sillón y de las paredes de la escalera que conduce al primer piso de la casa en la que vivían la víctima y su esposo, Carlos Carrascosa. El peritaje de esas huellas develará si la sangre hallada es sólo de María Marta García Belsunce o si el eventual atacante de la mujer fue herido, en un acto de defensa. De ser así, se estaría a un paso de atrapar al asesino.

Otra cuestión es la de las huellas dactilares: los investigadores descartaron que fuesen de la víctima, y también de delincuentes con prontuario. Pudieron hacerlo, precisamente, porque ya saben a quién corresponden tales improntas. En este sentido, la identidad del dueño de la mano que dejó marcas en la escena es un secreto inexpugnable que, por ahora, sólo conoce un círculo íntimo de investigadores y el fiscal.

Semejante silencio tiene una explicación, confiaron las fuentes: actualmente se revisan todas las declaraciones y la lista de presentes en la escena para establecer en qué circunstancias fueron dejadas las huellas por su dueño y si esas circunstancias revelan algún tipo de participación, o bien en el crimen o en un eventual borrado de rastros.

Pero no son sólo estas dudas, sólo develables a partir de la física y de la química criminalísticas, las que intentan esclarecer los investigadores: el fiscal y sus colaboradores estudian y contrastan minuciosamente declaraciones y hechos para evaluar si la serie casi inexplicable de actitudes reñidas con la ley protagonizadas por el círculo íntimo de la víctima configuran, al cabo, eventuales actos de encubrimiento criminal.

La sucesión de irregularidades, por ser tal, alimenta las sospechas, a contramano de la buena fe que, como argumento exculpatorio, se esgrime desde la familia. Así lo dijo el jueves último el director de Investigaciones de San Isidro, comisario inspector Aníbal Degastaldi.

Curiosamente, gran parte de las irregularidades descubiertas surge de la declaración de familiares ahora bajo sospecha. Ese, precisamente, es uno de los argumentos a los que se abrazan los integrantes del círculo íntimo en su defensa.

Ellos fueron los que dejaron plasmado en el expediente que habían tirado por el excusado, envuelto en papel higiénico, un objeto de metal aplanado en uno de sus lados, que creyeron un sostén de estanterías de biblioteca luego de descartar que se tratara de una bala. Respuestas a dos preguntas buscan los investigadores al respecto: ¿cómo haber descartado la teoría del asesinato, a expensas del accidente en la bañera, si se llegó a pensar que el objeto podía ser una bala?, y ¿por qué someter la decisión de deshacerse de un objeto aparentemente inocuo a un cónclave familiar?

La decisión de hacer gestiones para impedir la llegada al lugar de la policía -incluida una llamada a un alto jefe policial e incluso la sugerencia de apelar a una coima-, la limpieza de la escena y la falta de aviso a la Justicia o a un médico legista también son evaluadas en esa línea.


Por Fernando Rodríguez De la Redacción de LA NACION


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1 comentario :

  1. Es muy parecida a Ines dábalos http://spanish.alibaba.com/product-gs/yoga-wear-268072088.html

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