Web Toolbar by Wibiya Caso García Belsunce: noviembre 2020

lunes, 16 de noviembre de 2020

Carmel: el expediente y el relato

 Mauricio Ortín

A dieciocho años de los acontecimientos, y dada la difusión pública y masiva de los entretelones que rodean el hecho como, así también, del fallo que absuelve a Carlos Carrascosa, el documental de Netflix sobre la causa por el asesinato de María Marta Belsunce es equívoco pues debiera haber tenido un formato con acusados y acusadores inversos al que se exhibe. Esto es, el fiscal Molina Pico y el periodista Rolando Barbano, dando explicaciones por sus dichos y sus actos y, la familia García Belsunce, exigiéndoselas.

Es decir, el formato de una denuncia de la familia García Belsunce contra el poder judicial de la provincia de Buenos Aires y la prensa nacional. Ello así por el calvario inmisericorde al que sometieron a dicha familia con ese burdo relato indigente de pruebas, contradictorio y falaz por donde se lo mire.

Nada de eso muestra el documental. El tiempo que le regala a Molina Pico que se presente como apasionado por la justicia desde pequeño (una suerte de alma iluminada por la influencia de personajes como el Zorro y el Quijote de la Mancha) bien podría haber sido usado, por la producción, para mostrar como el cruce de las planillas telefónicas del VAIC con los testimonios de los guardias y las declaraciones de los acusados demuelen palabra por palabra la disparatada hipótesis de Molina Pico, según la cual a la hora del llamado a OSDE, Carrascosa y el matrimonio Bártoli (hermana y cuñado de María Marta) estaban matando a María Marta García Belsunce mientras la masajista Michelini se encontraba a la entrada del country esperando el permiso para ingresar.

Sin embargo, esa imagen idílica y cursi que el fiscal hace de sí mismo, como veremos, tiene patas cortas. Y ello por lo siguiente: en el minuto 37:55 de la parte 2 del documental, Molina Pico, afirma (textualmente): “Y se demostró que Pachelo, a la hora que ocurrieron los hechos, estaba en la Capital Federal”. 

Esta afirmación que, de hecho, pretende sacar a Pachelo de la escena del crimen es rotundamente falsa y Molina Pico lo sabe. Prueba de ello es el mismo documental de Netflix.

Específicamente en el minuto 30:58 de la parte 3, cuando, a requerimiento del fiscal, un testigo indica en un mapa del country el lugar y la hora donde se cruzó con Pachelo. 

También en 31:26 y 31:34 de la parte 3 cuando se ve y se escucha al fiscal señalarle a Pachelo que: “cuatro personas lo vieron trotar” (por el country) a la hora que según Pachelo estaba en la Capital Federal. 

Por si fuera poco, obra en la causa una foto de la cámara de seguridad del Carmel que toma a Pachelo en su auto, a horas 18:59 retirándose por el portón secundario del Carmel cuando María Marta llevaba, por lo menos, 30 minutos muerta según el peritaje del Dr. Morales.

Por otro lado el vigilador Ortiz, encargado de vigilar a Pachelo, declaró que éste estaba en el country. Un detalle no menor es que los que vieron a Pachelo trotando en dirección a la casa de la María Marta, segundos después, vieron también a ésta dirigirse en bicicleta con idéntico rumbo.

La última vez que se vio con vida a la víctima testigos la sitúan en el Carmel y a escasos metros de Pachelo, pero para Molina Pico, Pachelo, estaba en la Capital Federal. 

Rolando Barbano en el documental aparece como un personaje neutro, imparcial, objetivo. De ninguna manera lo es. Barbano, como gran parte de la prensa argentina, inventó un relato amarillista sobre el crimen al mejor estilo “fake news”.

Despreocupado por la verdad, como Canaletti y otros, siempre aventó dimes y diretes carentes de la más elemental objetividad. Es que el caso era una mina de oro mediática. Mereció 200 tapas de Clarín. De allí que, Barbano, fiel a sí mismo, concluya su actuación en Netflix como no podría ser de otra manera, tirando carne podrida. Dice, para la gilada y con obvia intención de incriminar a Carrascosa y los García Belsunce, algo así como: que Pachelo no tiró el pituto, tampoco hizo el certificado de defunción trucho, ni paró a la policía. Ignora, olímpicamente, que el fiscal se enteró de la existencia del “pituto” (la bala) porque se lo dijeron los García Belsunce, que el certificado de defunción fue truchado por personal de la casa de sepelios y, también, que no se paró a ninguna policía. 

El caso María Marta Belsunce tiene varias víctimas. La primera, María Marta. Luego Carlos Carrascosa que al dolor de la pérdida de su mujer tuvo que purgar años de cárcel y ser difamado por un crimen que no cometió. Después el resto de la familia García Belsunce. También, el médico Gavri Gordon y otros ajenos a la familia que fueron perseguidos por el fiscal y la prensa.

Ni el fiscal Molina Pico, ni Rolando Barbano siquiera demostraron arrepentimiento por todo el daño que hicieron. Es más, siguen en sus trece. El documental de Netflix, desde el punto de vista técnico y estético, puede ser un gran logro. En relación a la verdad y la justicia es un fiasco.


Fuente

domingo, 15 de noviembre de 2020

Carlos Carrascosa entrevistado por Roberto García.

 Entrevista a Carlos Carrascosa en el programa "La mirada", con Roberto García, donde hablan de la causa, de las repercusiones del documental de Netflix y las cosas que faltaron contar, y de su libro recientemente escrito: "Diario de un inocente".





Juan Hurtig con Débora Plager

 

 

 Acá les dejamos links a los documentos que se presentaron ante la producción del programa.

 

Pericia pegamento

Acta de recuperación del proyectil (pituto)

Declaraciones de los médicos que realizaron la autopsia 

 

Declaración Flores 


Declaración moreira 2011



martes, 10 de noviembre de 2020

"Carmel" en Netflix, aciertos y ausencias

Raúl Kollmann siguió como periodista el día a día de la investigación del asesinato de María Marta García Belsunce. Conoció de primera mano los testimonios de todos los involucrados y tuvo acceso a aspectos desconocidos del expediente. Con todo ello en su haber evalúa la serie.

Por Raúl Kollmann

No era para nada fácil reconstruir la historia del asesinato de María Marta García Belsunce con 18 años de atraso. El gran mérito de Carmel: ¿quién mató a María Marta? es que las imágenes son magníficas y las recreaciones de primer nivel. Se ven los escenarios y los protagonistas como nunca se vieron antes.

El problema es que en aras de mantener el suspenso del título, entre varios vacíos, se le dio poca entidad al fallo de la Cámara de Casación que absolvió a Carrascosa y destrozó a Diego Molina Pico. El fiscal aparece como un pollito mojado mintiendo en reiteradas oportunidades.

¿Qué dice el fallo de Casación?

* No hay un solo testigo que mencionara conflictos o siquiera discusiones entre MM y Carrascosa.

* Nunca nadie vio a Carrascosa con un arma.

* El forense dictaminó que a MM la mataron antes de las 18.30. A esa hora Carrascosa no estaba en la casa.

* El ADN dio negativo.

* No hay prueba alguna del uso de La Gotita.

* Si la familia quería tapar, bastaba con cremar el cuerpo. No tenía ningún impedimento para hacerlo y no lo hicieron.

* A la casa de María Marta y Carrascosa fueron dos ambulancias, un estudiante de medicina, concurrió el fiscal y el jefe de investigaciones. No es un cuadro que se compadezca con tapar algo.

* Si la familia no revelaba que tiró el pituto, ni el fiscal ni nadie se hubiera enterado.

* No hay prueba alguna de la hipótesis del Cartel de Juárez, al punto que el propio fiscal desistió de esa hipótesis.

No lo digo yo, lo dice el fallo, confirmado por la Corte Suprema bonaerense.


Una pregunta clave

Hay una pregunta clave que no figura en el documental: ¿cómo? ¿no vieron cinco tiros? Y la respuesta es No. Se formó una especie de engrudo entre el pelo, la sangre y la masa encefálica que impidió ver los orificios. Pero, además, yo vi el video de la autopsia. Ni los forenses --Carlos Flores y Héctor Moreira-- se dieron cuenta de que hubo disparos hasta que abrieron el cráneo y cayeron los proyectiles. En la autopsia se los escucha decir: “Acá pegó en tal canilla, acá pegó la otra canilla”. Y eso que a esa altura hasta habían corrido el pelo: los disparos no se veían.
El fiscal ni se dignó a analizar otras pistas. Nicolás Pachelo, el vecino que ya había secuestrado al perro Tom y para pedir 5.000 dólares de rescate, tenía antecedentes de robo en casas, en especial en las viviendas de sus mejores amigos. De hecho, estuvo tres años preso por esos robos y ahora está preso otra vez por robo en casas de countries. En uno de esos robos, en casa de un amigo y donde sólo estaba la madre ese día, entró armado. Le robó incluso a sus parejas. La pericia psiquiátrica indicó que era un adicto al juego. En el juicio que se va a iniciar pronto, está acusado Pachelo y dos vigiladores, pero será difícil condenarlos 18 años después.
Molina Pico dice, cándidamente, que Pachelo estaba en Capital. Sabe que es falso. Lo vieron tres jóvenes trotando cerca de la casa de Carrascosa y MM, pero además su celular se activó en Pilar, no en CABA y las cámaras lo registraron saliendo del country después del homicidio, a las 19.07.
Para colmo, a la mañana siguiente fue a la estación de servicio en la que desayunaba todos los días y le preguntó al mozo: “¿qué se sabe de la mujer que mataron en el Carmel?” A esa hora nadie sabía que fue un homicidio. El documental no hurgó demasiado en todo esto: sólo la mentira de Molina Pico diciendo que Pachelo no estaba en el country y el testimonio de uno de los jóvenes que lo vio cerca de la casa de María Marta.

La guerra en el Poder Judicial

Hay varias cuestiones de fondo que no se tratan en el documental y que se podrían agrupar en lo siguiente: fue clave la guerra de poder desatada dentro del Poder Judicial y que hizo que lo importante fuera la guerra y no la verdad.

* Molina Pico necesitaba tapar su error de no mandar a hacer la autopsia. Para eso, acusó a la familia de engañarlo. Cualquier otra pista que no involucrara a los García Belsunce exhibía su error original y lo ponía al borde del final a su carrera.

* En San Isidro había una guerra entre el jefe de los fiscales, Julio Novo, y todos los demás fiscales. Novo está hoy imputado de proteger narcos. Ninguno de los demás fiscales estaba de acuerdo con Molina Pico, pero tampoco querían ponerse del lado de Novo. Eso permitió que Molina Pico siguiera adelante sin obstáculos y el conflicto brutal fluyó hacia los jueces, que tampoco querían darle la razón al odiado Novo. E incluso fue clave en el primer fallo de Casación que, de forma inédita, condenó a Carrascosa a prisión perpetua. La verdad dejó de importar, fue decisiva la interna.

* Para la Procuración --la jefatura bonaerense de los fiscales--, el caso era emblemático. Puso todo el aparato al servicio de Molina Pico porque el fracaso del fiscal era el fracaso de la idea de que los fiscales --y no la policía-- debían investigar los delitos. La Procuración, por ejemplo, armó la mentira de La Gotita y la del Cartel de Juárez.


La presión mediática

Finalmente, la presión mediática fue insoportable, incluso para una parte de los testigos: decir la verdad era quedar mal con los medios, con la opinión pública. “Ayudó” cierta torpeza, soberbia y pedantería de la familia García Belsunce que se cerró en sí mismo ante la hostilidad.
Pese a todo esto, el caso no era complicado. Nunca debió convertirse en un gran misterio. Había una enorme cantidad de pruebas de que María Marta volvió a su casa de forma inesperada. Como llegó en bicicleta y llovía, no se la escuchó. Al subir se encontró a los ladrones, un vecino seguramente acompañado por vigiladores que buscaban llevarse lo que era un rumor extendido: que por el corralito, MM y Carrascosa tenían un millón de dólares en la vivienda.
Ella conocía a los ladrones. Ya los había denunciado en el country y la odiaban. Tras una breve pelea, le descargaron todo el cargador: los seis tiros que tiene la pistola calibre 32.