Web Toolbar by Wibiya Caso García Belsunce: 2018

viernes, 26 de octubre de 2018

¿Quién mató a María Marta?: un perro robado, policías que nunca testificaron y otras incógnitas de un crimen impune

El 27 de octubre de 2002, la socióloga, vicepresidenta de Missing Children, murió con la cabeza destrozada en la planta alta de su casa; se decía que había sido un accidente, pero un mes después la autopsia reveló que le habían dado cinco tiros; su esposo fue condenado como autor del homicidio; este mes, fue absuelto por la Corte bonaerense.






Prueba clave

El "pituto" era una bala

Un familiar de la víctima le dijo al fiscal que en el descanso de la escalera de la casa había encontrado un objeto de metal que arrojó al inodoro. Era, en realidad, un proyectil de calibre 32 

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Todos los móviles

Tres motivos para un crimen

El caso tuvo tres hipótesis: una fatal discusión entre la víctima y su marido; el presunto ataque de un sicario, y la pista más reciente, la del homicidio en ocasión de un robo


La caja faltante

Presunto botín del asesino

Carrascosa descubrió que faltaba de la casa la caja fuerte portátil en la que su esposa guardaba la chequera de la Asociación Damas del Pilar. Se la llevaron los asesinos 

La lluvia obligó a interrumpir el partido de tenis que María Marta García Belsunce jugaba con su amiga y vecina Viviana Binello en la cancha Nº 1 del country Carmel, de Pilar. Por eso, regresó a su casa antes de la hora a la que solía hacerlo. Entró por la puerta principal del chalet que compartía con su esposo, Carlos Carrascosa, y dejó la campera en el pasamanos de la escalera. Subió al baño en suite de la planta alta para ducharse y estar lista para la sesión de masajes que se aplicaba todos los domingos. Entre la escalera y el baño la atacaron. Hubo una pelea. Ella intentó evitar que quien le apuntaba con un arma le disparara. La golpearon tres veces en la cara, en la frente y en una oreja. Después de casi tres minutos de lucha, le gatillaron seis tiros con un revólver calibre 32. Un proyectil le rozó el cráneo; los otros cinco los recibió todos en la sien. El asesino abandonó la vivienda sin que nadie lo viera. Nadie escuchó los estampidos de los disparos. Eran las 18.35 del 27 de octubre de 2002 y comenzaba el misterio por el asesinato en el country. Un crimen conmocionante, aún inextricable.

Pasaron 16 años. El caso sigue impune y, además, en el extenso proceso judicial subsisten líneas de investigación contrapuestas. A principios de este mes, la Suprema Corte de Justicia bonaerense confirmó la absolución de Carrascosa. Familiares de la víctima y del viudo, a partir de esa sentencia, piden que se revoque la condena que pesa sobre ellos por el presunto encubrimiento del crimen.
No obstante, el subprocurador general, Juan Ángel de Oliveira, presentó un recurso extraordinario federal para que la Corte Suprema de Justicia de la Nación revise el fallo. No se rinde.
Curiosamente, los fiscales de San Isidro que se hicieron cargo de la nueva investigación avanzan con la acusación con una hipótesis que tiene a Nicolás Pachelo, exvecino del country, y a dos vigiladores que hace 16 años trabajaban en Carmel como presuntos responsables del homicidio. El curso del caso sigue una parábola: los primeros acusados fueron los familiares de la víctima; ahora, la Justicia señala al sospechoso al que los deudos de María Marta apuntaron desde un principio.

Carrascosa había sido condenado a prisión perpetua por tres jueces de la Cámara de Casación Penal bonaerense que, sin escuchar a ninguno de los testigos que declararon en el juicio oral realizado en 2007, consideraron que Carrascosa había sido coautor del homicidio de su esposa y no un encubridor, tal como habían sostenido dos de los tres integrantes del Tribunal Oral Nº 7 de San Isidro cuando le aplicaron una pena de cinco años y medio de prisión.

Dos hermanos de la víctima, su cuñado, un vecino del country y el primer médico que llegó en la ambulancia de la empresa de emergencia a la escena del crimen (y no advirtió los rastros de los cinco tiros en la cabeza de la víctima) recibieron penas de entre cinco y tres años y medio de prisión como encubridores de un homicidio que se intentó hacer pasar como un accidente doméstico.

Después de años de apelaciones, de vericuetos legales e interpretaciones de indicios de lo más disímiles, este año, tres días antes de la resolución de la Suprema Corte provincial, los fiscales María Inés Domínguez y Andrés Quintana pidieron a la Justicia de Garantías que Pachelo y los vigiladores Norberto Glennon y José Ramón Alejandro Ortiz sean enjuiciados como supuestos coautores del homicidio.

La causa daba otro salto: en cuanto a móvil, se pasaba de un crimen por una disputa familiar interna a un homicidio en ocasión de robo, el trágico final de un atraco que salió mal, el domingo del River-Boca del 27 de octubre de 2002.


Las tres hipótesis


En los 16 años transcurridos desde la muerte de María Marta hubo tres hipótesis distintas.

Primero, que había sido un accidente en el que la víctima se cayó en la bañera y se golpeó la cabeza contra las canillas. La segunda pista, impulsada por el primer fiscal del caso, Diego Molina Pico, apuntó al marido, Carlos Carrascosa, como supuesto coautor del homicidio en medio de una discusión. Esta hipótesis se entrelazó con la sospecha de que un sicario del Cartel de Juárez habría asesinado a María Marta porque la socióloga, vicepresidenta de Missing Children Argentina, planeaba revelar supuestos negocios espurios de integrantes de su entorno.
A nivel investigativo, la única pista que sobrevivió al paso del tiempo es la que sostienen los fiscales Domínguez y Quintana, quienes consideraron que María Marta sorprendió robando en su casa a tres personas y la mataron.

Tras analizar durante más de un año las pruebas que ya contenía el expediente, y luego de realizar una nueva reconstrucción del crimen, interrogar nuevamente a testigos y escuchar por primera vez a personas que habían sido descartadas en la etapa inicial de la investigación, los fiscales concluyeron que uno de los tres acusados cometió el crimen para evitar ser denunciado.
"María Marta era una de las personas que más se ocupaban de la seguridad en Carmel y terminaron matándola", expresó el abogado Alejandro Aráoz Castex, al recordar una reunión de vecinos en la que hablaron de los robos ocurridos en el country, por los que señalaban a Pachelo. Resaltó que en esa reunión María Marta vinculó la desaparición de Paca, su labradora negra, con la llamada que recibió en su casa en la que un hombre le pidió una recompensa de 5000 pesos como rescate por la perra.

La imputación del fiscal Molina Pico contra los familiares de María Marta se fundó en una supuesta cadena de irregularidades que comenzó el día del crimen, minutos después de las 19, cuando Carrascosa llegó a la casa y, según declaró, encontró el cuerpo de su mujer en la bañera a medio llenar, con las zapatillas aún puestas. Siguió con la llegada del médico emergentólogo, que no advirtió que María Marta tenía cinco tiros en la cabeza y que no se había dado un golpe fatal con las canillas. Y continuó con la llamada de uno de los hermanos de la víctima a un importante jefe policial para que "parara" a los policías que habían llegado a la puerta del country.
Esos policías nunca fueron llamados a declarar para ratificar o rectificar la existencia de la supuesta llamada de un oficial superior para que se fueran de Carmel.
Luego estuvo la escena que Molina Pico denominó "la cumbre del pituto", en la que un grupo cerrado de familiares y amigos decidieron qué hacer con ese objeto metálico deformado que resultó ser el sexto proyectil hallado en la escalera. Al confundirlo con el soporte de un estante o parte de los instrumentos usados por el médico en la fallida reanimación, John Hurtig, medio hermano de María Marta, lo arrojó al inodoro.
Casi un mes después, él se presentó en la fiscalía y le comentó a Molina Pico sobre el "pituto". Tiempo después, el fiscal ordenó realizar el tamizado del contenido de la cámara de séptica de la casa de la víctima. El propio John encontró entre la inmundicia el trozo de metal, que dejó de ser "el pituto" y se convirtió en un proyectil.
Treinta y seis días después de la muerte se hizo la autopsia que Molina Pico debió haber ordenado el primer día, toda vez que se trataba de una muerte violenta. En la autopsia, el forense Héctor Moreira encontró los cinco balazos restantes y confirmó que a María Marta la habían matado.
El fiscal había ido a la casa cuando velaban a la víctima. Estuvo cerca del cuerpo, dio las condolencias y se fue, sin adoptar ninguna medida, algo que juzgó inconveniente en medio de tanto dolor. Le dijeron que se fuera tranquilo. Un mes después, Molina Pico se convirtió en el enemigo número uno de la familia de la víctima.


Protagonistas de la investigación

Carlos Carrascosa, el esposo de la víctima

  • El día que mataron a María Marta vio por última vez a su esposa minutos después de las 16. Se quedó a ver el partido entre River y Boca en la casa de su cuñado Guillermo Bártoli. Allí estuvo hasta las 18.07, cuando terminó el partido. Luego pasó por el club house y fue a su casa 
  • Minutos después de las 19 llegó a su casa y encontró el cuerpo de su esposa en la bañera y con las zapatillas puestas. El fiscal Diego Molina Pico lo acusó después de ser coautor del homicidio 
  • En un proceso que lleva casi 16 años, fue condenado por encubrir el homicidio; luego, como uno de los coautores del asesinato de su mujer. A principios de este mes fue absuelto.


Guillermo Bártoli, cuñado de la víctima

  • Junto con otros familiares y amigos de la víctima fue juzgado por encubrir el homicidio de María Marta García Belsunce. Fue condenado y recibió la pena más alta: cinco años de prisión 
  • El Tribunal Oral Nº 1, de San Isidro consideró que "modificó la escena del crimen y ocultó e hizo desaparecer rastros". Además, gestionó un certificado de defunción sin intervención policial 
  • Falleció en 2014. Un año después, la Casación confirmó la condena contra el resto de los familiares. No obstante, el fallo de la Suprema Corte que absolvió a Carrascosa beneficiaría a los acusados. Si Carrascosa no mató a María Marta, los familiares no tendrían a quién encubrir

Pachelo, a juicio: para los fiscales, mintió seis veces sobre el crimen


Afirman que el imputado y dos vigiladores no pueden justificar qué hicieron el día del asesinato
Luego de interrogar a testigos que habían sido descartados en la primera etapa de la investigación, los fiscales de San Isidro María Inés Domínguez y Andrés Quintana, que encararon la pesquisa cuando Casación comenzó a deshacer la condena que pesaba sobre Carlos Carrascosa por el homicidio de su esposa, María Marta García Belsunce, pidieron que Nicolás Pachelo, exvecino del country Carmel, sea sometido a juicio oral como presunto coautor del crimen.
Consideraron que Pachelo había mentido en seis oportunidades durante el proceso, que ya lleva 16 años. Entre los elementos de cargo los fiscales tuvieron en cuenta, por ejemplo, la declaración de una testigo que afirmó que el día del crimen Pachelo lavó su ropa, cuando jamás lo hacía.
Los investigadores consideraron que él fue la última persona que estuvo cerca de la víctima. Tres testigos dijeron que se habían cruzado con el sospechoso en la calle paralela a la vivienda de la víctima un minuto antes de que María Marta llegara a su casa.
Para los fiscales, Pachelo "no puede justificar lo que hizo" el día que asesinaron a María Marta. Además de a él, Domínguez y Quintana acusaron a los vigiladores Norberto Glennon y José Ramón Alejandro Ortiz.
Antes del homicidio de María Marta, Pachelo había sido denunciado por robar en casas de varios vecinos del country Carmel. A dos de ellos les robaron los palos de golf. Uno de los damnificados concurrió a un reconocido local que vende esos artículos y vio sus palos de golf en oferta. Cuando preguntó a quién se los había comprado, el encargado del negocio identificó al vendedor como Nicolás Ryan. Ese es el apellido de la madre de Pachelo, que se suicidó días antes de tener que declarar para respaldar la coartada de su hijo en el crimen.
Ante esta denuncia, los copropietarios de Carmel enfrentaron a Pachelo y le pidieron que se fuera del country. Pero se negó. Entonces, entre los integrantes de la comisión directiva decidieron que uno de los custodios del country estuviera como consigna cerca de la casa de Pachelo para vigilar sus movimientos.
Carlos Alberto Villalba, el vigilador designado, "sufría una miopía degenerativa en grado avanzado. Inferior a los niveles de 1/10, considerado el límite legal de la ceguera". No podía ver qué hacía Pachelo. El sospechoso dejó Carmel el 18 de diciembre de 2002, cuando se confirmó que a María Marta la habían asesinado.

Actualmente, Pachelo está detenido con prisión preventiva por haber robado en otros countries con la misma modalidad que en Carmel. Así entró en varias viviendas de sus compañeros de fútbol, en Nordelta y en un barrio cerrado del sur del Gran Buenos Aires, donde una cámara lo captó.
Según establecieron los fiscales Domínguez y Quintana, los damnificados de los robos advertían varios días después las intrusiones y los faltantes. Algo así habría pasado con la caja fuerte portátil de la Asociación Damas del Pilar que María Marta, como tesorera de la entidad, tenía en su casa. Para los fiscales, esa caja fuerte portátil fue robada por quienes entraron a robar en la casa de la víctima antes del crimen.


Por: Gustavo Carabajal


Fuente




martes, 24 de julio de 2018

Nicolás Pachelo: el apostador.


Por Martín Sassone


A los seis prendió fuego la cuna de su hermano. En la adolescencia rompió ventanas, robó y provocó peleas. El padre y la madre se suicidaron. Tiene una condena por robos a conocidos y familiares. Y después de 16 años está otra vez en la mira de la justicia: es uno de los sospechosos de matar a María Marta en el country El Carmel. Nadie lo visita en la cárcel, nadie quiere hablar bien de él. Martín Sassone cuenta quién es la oveja negra de una familia “bien” que jugó siempre al límite.


- Nadie te va a decir nada bueno de Nicolás salvo yo.

Natalia L. se excusa de seguir hablando de su novio porque, dice, antes debe consultarlo con él. Tres días después, por whatsapp, da una respuesta que deja interrogantes sobre la relación:

- No voy a dar la entrevista. Con él no hablo y quiero mantenerme lo más alejada posible de toda esta situación.


Nicolás Pachelo está preso en el pabellón evangelista de la Unidad 24 de Florencio Varela desde el 21 de mayo. Entre muros lleva una vida solitaria. No estudia ni trabaja. Algo parecido a lo que hacía cuando estaba en libertad, pero sin el habitual café de Starbucks, las partidas de póker, los Ray-Ban, las camperas de cuero y la moto de alta cilindrada. Antes, desde el 7 de abril, estuvo detenido en los calabozos de la DDI de Pilar. En ambos lugares recibió pocas visitas. Nadie de su numerosa familia fue a verlo. Ni sus medio hermanos y mucho menos sus hermanastros, que lo consideran una mancha negra en sus vidas. Tampoco sus hijos.

Sus familiares no quieren hablar de él. Lo desterraron porque los avergüenza. Su imagen y su historia atenta contra su estilo de vida que transcurre en countries de zona norte y veraneos en Punta del Este. Varios de ellos ya declararon en alguna de las tantas causas en las que está imputado y no lo favorecieron. Hernán Coudeu, su hermanastro y marido de la ex modelo Sol Acuña, lo reconoció ante la Justicia cometiendo un robo.

El único incondicional es el abogado defensor Roberto Ribas, quien siempre se mostró muy atento y amigable con los periodistas, pero ahora es esquivo y distante: “Nicolás no quiere hable en este momento”. Y este momento es, casualmente, el que Pachelo está más comprometido con la Justicia.





A los seis años, Nicolás Pachelo prendió fuego la cuna de Francisco, su medio hermano recién nacido. Ese es el primer registro de violencia en su vida. Con el tiempo vendrían peleas juveniles, mentiras, robos, estafas, amenazas, los suicidios de sus padres, arrestos y una acusación gravísima, que por alguno de esos insondables misterios de la justicia argentina, eludió durante 15 años: el crimen de María Marta García Belsunce.

El nombre de Pachelo estuvo desde el principio en la causa: la familia de la víctima cercada por la Justicia se defendió atacando al por entonces conflictivo vecino del country Carmel de Pilar.

María Marta era la vicepresidenta de Missing Children Argentina y esposa del financista Carlos Carrascosa. La encontraron muerta en el baño de su casa del country el 27 de octubre de 2002. Ese día y el siguiente, mientras la velaban a pocos metros de donde el viudo la había encontrado muerta, los Belsunce cometieron una serie de actos que el fiscal de Pilar Diego Molina Pico interpretó como de encubrimiento. Más de un mes después, a comienzos de diciembre, el fiscal ordenó la demorada autopsia. A la mujer le habían pegado seis tiros en la cabeza: cinco proyectiles estaban incrustados en el cráneo y un sexto, el famoso pituto, había rebotado.

El 11 de diciembre de 2002, el crimen tomó estado público y Molina Pico apuntó toda su artillería contra el círculo íntimo de la víctima. Como él había estado junto a dos jefes policiales en el velorio se sintió engañado por la familia y nunca -mientras estuvo al frente del caso- barajó otra hipótesis que no fuera que el homicidio lo había cometido el viudo Carrascosa acompañado por al menos dos personas de su confianza. El fiscal nunca estableció un móvil concreto y su teoría de que el crimen estaba relacionado con el lavado de dinero del narcotráfico internacional a gran escala pronto se esfumó.

Como una cruel ironía del destino, el apellido Belsunce, que hasta entonces gozaba del prestigio que le había legado el jurista Horacio García Belsunce (p), cayó en desgracia. Y la familia salió a defenderse con todo. Horacio hijo recorrió los medios. El estudio de abogados de José Licinio Scelzi se ocupó de la parte legal. Y el perito criminalístico Raúl Torre y el médico legista Luis Alberto Kvitko hicieron una investigación paralela.




Así apareció en escena Pachelo, el vecino problemático, el ladronzuelo mal llevado, la oveja negra de una familia “bien”. Nadie le conocía trabajo fijo: vivía allí porque el padre había sido uno de los fundadores del barrio privado y él había heredado un chalet. Ante cada acusación del fiscal, los Belsunce contraatacaban con datos de Pachelo. Por entonces tenía 27 años, estaba casado con Inés Dávalos, tenía tres hijos y un tendal de problemas con la ley. Para ayudarlo estaba Ribas, un viejo amigo de su familia, quien no sólo ejerció su defensa, sino que también fue su protector y vocero.

En el Carmel habían registrado una serie de robos menores que tenían intranquilos a los vecinos porque sospechaban que era alguien de adentro, o al menos con acceso diario al country. Se habían robado palos de golf, computadores, herramientas y sillones de exteriores. A María Marta le robaron el perro labrador Tom. Nora Burgués de Taylor, una de las mejores amigas de la víctima, contó que ella le tenía pánico a Pachelo porque consideraba que era responsable del “secuestro” del animal.

Si bien nunca le pudieron probar la mayoría de esos robos, Pachelo fue condenado por otros. En 2005, mientras Carrascosa y los Belsunce estaban con la soga judicial al cuello, Nicolás Pachelo fue sometido a un juicio abreviado por una serie de hurtos y robos cometidos en departamentos y casas de la Ciudad de Buenos Aires entre agosto de 2003 y abril de 2004. El Tribunal Oral en lo Criminal porteño N° 15 le dio una pena de tres años y tres meses de prisión. Todos los episodios tenían un patrón en común: las víctimas eran conocidos suyos o familiares de conocidos.

El fiscal Molina Pico, que desde el comienzo apuntó a la familia de María Marta, también ignoró esa sentencia.

Tres acontecimientos marcaron a fuego la vida de Pachelo. El primero fue la separación de sus padres, a fines de los setenta, cuando él era un niño. Roberto Pachelo era piloto de autos de Turismo Carretera -compitió desde 1967 hasta mediados de la década siguiente, por lo general al volante de un Fiat 1500. El matrimonio con Silvia Ryan, la madre de Nicolás, fue efímero y él se puso en pareja con Jacqueline Barbará, “Jackie”, una amiga suya que había enviudado hacía un tiempo.

Los mitos alrededor de su personalidad continúan en la adolescencia: peleas, problemas en la escuela (un costoso colegio privado de Pilar), destrozos sin sentido y los primeros robos. Uno de sus amigos de aquella época declaró que a principios de los noventa solían ir a bailar y cuando salían del boliche Pachelo agarraba un palo y se dedicaba a romper los espejos de los autos estacionados. Una vez otro amigo le había prestado una moto y Nicolás la vendió. Cuando los padres del chico le recriminaron a Roberto Pachelo lo que había hecho su hijo, el hombre compró otra moto para zanjar el problema.




El segundo episodio determinante en la vida de Pachelo fue el suicidio de su padre. Roberto Pachelo se pegó un tiro en su casa de Villa Rosa, partido de Pilar, en enero de 1996, cuando Nicolás tenía 20 años. La causa dejó algunas dudas que, en plena investigación del crimen de María Marta, los Belsunce hicieron trascender: el cuerpo tenía un impacto bala en el parietal izquierdo cuando el hombre era diestro; había desaparecido documentación y las llaves de la caja fuerte de su propiedad; y el incendio de la casa borró todo rastro. Un empleado de la tosquera propiedad de Robero Pachelo declaró que después de la muerte sorprendió a Nicolás disparándole a fotos de su padre pegadas en una pared. Y Mariano Maggi declaró que le había vendido una camioneta a Nicolás y que luego lo acusó de haberlo estafado con unos cheques sin fondo. Tras la denuncia, a Maggi le balearon su concesionaria de autos en Pilar y cuando lo increpó Pachelo le respondió: “Si tuve huevos para matar a mi viejo, tengo huevos para matarte a vos”. Pese a los indicios, la causa que se instruyó como “muerte violenta” se cerró como “suicidio”.

Años más tarde, en plena sucesión de la tosquera y otros bienes de Roberto Pachelo, al hermanastro Hernán Coudeu se le incendió la casa. Los peritos de la compañía de seguros determinaron que había sido intencional: la justicia no acusó a Nicolás pero la relación familiar ya no tendría arreglo.

El tercer hecho dramático en la vida de Pachelo fue el suicidio de la mamá. Silvia Ryan se tiró desde el departamento del piso 11 de Avenida del Libertador 184, frente a la estación de Retiro, el 28 de mayo de 2003. La mujer dejó tres cartas en las que explicaba que lo había hecho porque no podía tolerar las acusaciones contra su hijo por el crimen de María Marta. Pachelo amenazó telefónicamente a Horacio García Belsunce, y Molina Pico decidió ponerle custodia policial al hermano de la víctima. Eso tampoco modificó su posición ante el caso.

En 2004, durante la instrucción del juicio por los robos en Capital, Pachelo fue sometido a pericias psiquiátricas realizadas por expertos de la Academia de Medicina Legal y Ciencias Forenses de la República Argentina. El informe, que lleva la firma Enio Linares, dice que Pachelo tiene un trastorno de personalidad. “Este trastorno se reconoce en la niñez, y continuará en la adolescencia, juventud y seguirá en la adultez y la vejez, por realizar actos como los ofrecidos por Pachelo: incendios, robos, presencia de suicidios de los padres debido a que hace al desarrollo de la personalidad, protagonismo llamativo en todas las desviaciones de conductas cometidas: simulación, mentiras, ocultamiento de identidad, proyección patológica”.

El informe también sugiere que pudo haber inducido al suicidio a sus padres. “El psicópata -N. Pachelo- rara vez realiza el suicidio, pero con su comportamiento psicopático induce, impulsa, facilita y favorece a que el otro lo realice. Cuanto más vecino y próximo está el potencial suicida que contempla su trastorno de conducta antisocial, será el más expuesto a padecer la dependencia. Cuando es mayor y más profunda la relación afectiva -la madre en este caso-, es ella la que se somete, obligada por la presión social y la justicia que cuestiona la conducta de su hijo”.

“Pachelo no aprendió -como psicópata que es- la experiencia del suicidio de su padre, por su egocentrismo patológico y su incapacidad de amar (descalifica y desplaza al otro, aunque sea la madre suicida, ‘lo que me hicieron’ dice en el velorio) y por su falta de previsión que la madre, ante su conducta, podría repetir la experiencia paterna”, agrega el estudio. El diagnóstico de Linares fue que Pachelo “padece un trastorno severo de personalidad”, que su psicodinámica evolutiva es la del “psicópata desalmado”, que es “peligroso para terceros” y que su rasgo principal es el de “total incorregibilidad”.




En 2007 llegaron las condenas a Carrascosa y su círculo íntimo. Luego las apelaciones, y las idas y vueltas de la justicia que absolvió al viudo en 2016. La figura de Pachelo se diluyó en el inconsciente colectivo. Tuvo una fugaz y sorpresiva aparición a comienzos de 2012 como campeón del Mantra Grand Slam de Póker de Punta del Este. Con un poderoso par de reyes en la última jugada alcanzó el premio de 61 mil dólares. En un video del programa Código Póker se lo ve sonriente y explicando cómo llegó al triunfo: “Era una mesa muy competitiva. Pero bueno… paciencia, cafecito, música y un poquito de suerte ayudaron a llevarnos el primer premio”.

Esa versión de Pachelo seguro con las cartas sobre el paño verde en distintas competiciones, bailando al ritmo del DJ David Guetta en fiestas electrónicas, disfrutando de la velocidad arriba de su moto fue la que a fines de 2014 enamoró a Natalia L. Al año de estar con él, ella tuiteó: “Nuestro amor a primera risa fue lo que me enloqueció”.

El Pachelo distendido en el póker y romántico con Natalia es una versión muy alejada del agresivo y reacio muchacho que durante años esquivó a la prensa, como si fuera Dr. Jeckyll y Mr. Hyde.





En junio de 2003 Pachelo habló casi por única vez ante los medios. En una entrevista con la Revista Gente, un mes después del suicidio de la mamá, negó las acusaciones en su contra. Por eso cuando declaró como testigo en el juicio oral y público a Carrascosa, realizado en los Tribunales de San Isidro en 2007, fue un verdadero acontecimiento mediático. Según las crónicas periodísticas, ese día la sala de audiencias del entrepiso de los Tribunales de San Isidro estuvo abarrotada. Pachelo vestía “traje gris a rayas finas, zapatos de cuero beige, corbata rosa, camisa blanca, barbita a medio dejar tipo yuppie”, escribió Horacio Cecchi en Página 12. Durante el tiempo que estuvo sentado frente a los jueces se apegó a su coartada, cuestionada por los Belsunce pero no por Molina Pico, y apeló a los baches en su memoria. Se mostró desafiante e irónico y en más de una oportunidad respondió a las preguntas de la defensa con tono provocativo, lo que le valió el reto del tribunal.

Los problemas de Pachelo con la justicia se agudizaron a partir de diciembre de 2015 y eso le dio más trabajo a Ribas. Las causas fueron cayendo una detrás de otra. Primero lo detuvieron junto a otras doce personas acusadas de integrar una banda que vendía drogas sintéticas en fiestas electrónicas en casas y quintas de zona norte. En abril de este año, cayó de nuevo por una serie de robos a casas de empresarios en el country Tortugas. Cuando los fiscales Raúl Casal y Martín Otero lo interrogaron negó haber cometido los robos y dijo que había ingresado a ese barrio privado porque allí tenía una amante a la que prefirió no nombrar porque estaba casada. Pero las filmaciones de las cámaras de seguridad y los objetos secuestrados en su casa -dólares, euros, relojes y joyas- lo complicaron. La imagen más fuerte fue verlo salir esposado y con la cabeza tapada por la misma puerta por la que 15 años antes habían sacado el cuerpo de la madre: Pachelo vivía en el departamento de Avenida del Libertador que había heredado (luego lo vendió y más tarde se lo alquiló a quien se lo había comprado). 

A esos robos también se le suman el que sufrió el ex secretario general de Boca, César Martucci, en su casa del Barrio Parque El Carmen de Hudson, en Berazategui, en abril del año pasado, y en el barrio Portezuelo de Nordelta en enero.

Ahora los fiscales María Inés Domínguez y Andrés Quintana se hicieron cargo del voluminoso expediente del caso Belsunce, recopilaron nuevos testimonios y fueron detrás de la hipótesis que sostenía la familia: que a María Marta la habían matado cuando descubrió que estaban robando en su casa. Con Pachelo quedaron en la mira Inés Dávalos -quien a su vez había denunciado a su ex por amenazas y coacción entre 2010 y 2011- y cinco ex vigiladores del country. Están acusados de “robo agravado por el uso de arma y homicidio criminis causa”, es decir, matar para ocultar otro delito. Domínguez y Quintana ya pidieron que les pasen todas esas causas por robos en otros countrys porque consideran que configuran el perfil delictivo de Pachelo.

Y hay más: aunque resulte increíble, los investigadores hallaron un nuevo perfil de ADN en las evidencias de la escena del crimen recolectadas hace 15 años. Es un rastro de sangre que no pudo ser peritado antes porque la muestra era escasa, pero, al ser analizado con nueva tecnología, dio como resultado un perfil genético masculino. Esta semana la justicia hizo una nueva reconstrucción del crimen. Como un jugador compulsivo, arriesgado y arrogante, Nicolás Pachelo siempre apostó fuerte, jugó al límite y perdió mucho más de lo que ganó, aunque nunca cayó del todo. ¿Será esta la carta que finalmente se selle su suerte?






miércoles, 4 de julio de 2018

A casi 16 años del crimen harán la reconstrucción del homicidio de María Marta García Belsunce

A casi 16 años del asesinato, y con el objetivo de analizar todas las hipótesis y determinar el grado de probabilidad de cada una, la Justicia de San Isidro ordenó hacer una reconstrucción de los momentos previos del homicidio y de la forma en que fue hallado el cadáver de María Marta García Belsunce en su casa del country Carmel, en Pilar, el 27 de octubre de 2002.
Así lo confirmaron a LA NACIÓN calificadas fuentes con acceso al expediente. La decisión fue tomada hoy por los fiscales de Pilar María Inés Domínguez y Andrés Quintana, que asumieron la dirección de la investigación del caso a principios del año pasado, con Nicolás Pachelo, su ex esposa y cinco vigiladores como sospechosos de haber participado del crimen.
Según agregaron fuentes judiciales se trata de la primera reconstrucción de los hechos en el expediente judicial. Sí hubo inspecciones diferentes instalaciones del country, como el Club House y la casa de la víctima.
La diligencia judicial se hará el miércoles próximo, a partir de las 10. Los siete imputados tienen derecho de estar presentes, aunque no están obligados a participar de la reconstrucción.
"La intención de los fiscales es analizar las hipótesis que hay en el expediente y determinar qué probabilidad tiene cada una", explicaron a LA NACIÓN fuentes judiciales. También podrán participar de la diligencia judicial los abogados que representan a María Laura García Belsunce, hermana de la víctima y particular damnificada en el expediente judicial.
La decisión de Domínguez y Quintana, revelada por el periodista de la agencia Télam Diego Recchini en su cuenta de la red social Twitter, se conoció en momentos en que los fiscales esperan los resultados de los análisis comparativos de ADN sobre rastros genéticos hallados en la escena del crimen que en los primeros tiempos de la investigación no habían podido ser determinados por falta de tecnología científica idónea.
Los siete imputados son, además de Nicolás Pachelo (que vivía en el country cuando se produjo el crimen); su exmujer, Inés Dávalos Cornejo, y los exvigiladores de la empresa Cazadores José Ramón Alejandro Ortiz, Ramón Alfredo Acosta, Víctor Hugo Contreras, Eduardo Walter Vera y Norberto Glennon.
En la reconstrucción de los hechos estará como testigo el investigador forense Raúl Torre, que en su momento hizo una investigación privada del homicidio y, en particular, sobre la escena del crimen.
También participarán de la diligencia judicial dos de los tres vecinos del country que en los tiempos del crimen eran adolescentes y declararon en la causa que se habían cruzado con Pachelo mientras corría cerca de la casa de la víctima a la hora del hecho.
Pachelo, que está detenido desde abril pasado, acusado de protagonizar una serie de sonados robos en casas particulares del Tortugas Country Club durante la última Semana Santa, siempre negó haberse cruzado con esos adolescentes aquella lluviosa tarde del 27 de octubre de 2002. Según fuentes judiciales, sí admitió haber corrido para buscar el auto de quien entonces todavía era su mujer.
"Pero el vehículo de Dávalos estaba en el estacionamiento del Club House y los testigos dicen haberlo visto correr en sentido contrario", sostuvieron fuentes de la investigación.


Por: Gabriel Di Nicola


miércoles, 30 de mayo de 2018

García Belsunce: ordenan peritajes psiquiátricos y psicológicos para Nicolás Pachelo y los otros seis imputados

Para establecer el perfil de personalidad de Nicolás Pachelo y los otros seis imputados por
el homicidio de María Marta García Belsunce, ocurrido en el country Carmel, en Pilar, el 27 de octubre de 2002, los fiscales a cargo de la investigación ordenaron que se le practiquen a los siete sospechosos un estudio psicológico y otro psiquátrico.
Así lo informaron a LA NACION fuentes judiciales. Los estudios médicos se realizarán entre junio y noviembre próximos.
Además de Pachelo están imputados su exesposa Inés Dávalos Cornejo, de 39 años, y cinco exvigiladores de Carmel: José Ramón Ortiz, Ramón Acosta, Víctor Hugo Contreras, Eduardo Vera y Norberto Glennon.
La investigación del homicidio de García Belsunce está a cargo de los fiscales de Pilar María Inés Domínguez y Andrés Quinta que, como se dijo, quieren establecer los rasgos psicológicos y psiquiátricos de los sospechosos. El dato sobre los estudios médicos fue revelado en Twitter por el periodista Diego Recchini.
Además, los fiscales Domínguez y Quintana esperan que desde Asesoría Pericial de La Plata les envíen los resultados de las comparaciones de ADN de los siete sospechosos con las muestras obtenidas en la escena del crimen. A los imputados les tomaron muestras de sangre el 14 de este mes.
El patrón de cada uno de los varones será cotejado con este nuevo ADN masculino que surgió en los últimos días y con aquellos otros dos perfiles NN de hombres que ya eran conocidos en la causa.
El ADN del "hombre 1" fue encontrado en una viga del techo y del marco de la puerta del baño y en la antesala, mezclado con sangre de la víctima. El perfil del "hombre 2" fue hallado en la viga del techo del baño, mezclado con el del "hombre 1", mientras que el ADN femenino distinto del de la víctima se encontró en la alfombra de la habitación, justo en el ingreso al baño.
Ahora se suma este tercer ADN masculino, de una muestra que hace 15 años había dado "indeterminada" y que la tecnología actual permitió develar. Se deberá establecer si pertenece a alguno de esos dos hombres o a un tercero.
La directora del Laboratorio de Análisis Comparativo de ADN de la Asesoría Pericial, María Mercedes Lojo, informó a los fiscales que ese perfil genético fue encontrado en una mancha de sangre levantada de uno de los dos recortes que se hicieron de la alfombra verde que cubría la planta alta de la vivienda.


Por: Gabriel Di Nicola



Pericia psicológica de Nicolás Pachelo realizada en 2004 en el jucio abreviado en C.A.B.A.

lunes, 14 de mayo de 2018

Extraerán sangre a siete imputados del caso García Belsunce

Se comparará su patrón genético con el ADN de los rastros hallados en el lugar del crimen
Nicolás Pachelo, procesado con prisión preventiva por una serie de robos en el country Tortugas; su exmujer, Inés Dávalos Cornejo, y los exvigiladores José Ramón Alejandro Ortiz, Ramón Alfredo Acosta, Víctor Hugo Contreras, Eduardo Walter Vera y Norberto Glennon deberán presentarse hoy al mediodía en la Asesoría Pericial de La Plata. Se les extraerá sangre para la realización de un análisis comparativo de ADN. Se intenta develar si es de alguno de ellos la sangre hallada en la escena del crimen de María Marta García Belsunce, ocurrido hace más de 15 años en el country Carmel, de Pilar.
El patrón de cada uno de los varones será cotejado con el nuevo ADN masculino que pudo ser develado en las últimas semanas gracias al uso de técnicas que no existían en tiempos del homicidio, y con otros dos perfiles que ya estaban incorporados en la causa. El de Dávalos Cornejo será comparado con el ADN femenino distinto del de la víctima hallado en un rastro ya decodificado en 2002.
El ADN del "hombre 1" se encontró en una viga del techo y del marco de la puerta del baño y en la antesala, mezclado con sangre de la víctima. El perfil del "hombre 2" fue hallado en la viga del techo del baño, mezclado con el del "hombre 1", y el ADN femenino distinto del de la víctima se encontró en la alfombra de la antesala del baño.
La directora del Laboratorio de Análisis Comparativo de ADN de la Asesoría Pericial de La Plata, María Mercedes Lojo, informó a los fiscales María Inés Domínguez y Andrés Quintana que el perfil genético revelado recientemente fue encontrado en una mancha de sangre levantada de uno de los dos recortes que se hicieron de la alfombra verde que cubría la planta alta de la vivienda.
"Es una sala de estar ubicada donde terminan las escaleras que conducen a la planta alta y que antecede a la entrada al cuarto matrimonial, donde había un sillón, una mesita con un teléfono y una ventana. Allí también se recortó el pedazo de alfombra donde aparentemente está este nuevo ADN", precisó a la agencia de noticias Télam una calificada fuente judicial.
La hipótesis de los fiscales es que el 27 de octubre de 2002 García Belsunce llegó y sorprendió dentro de su casa a ladrones, a los que se enfrentó. Según esa teoría, pudo haber lastimado a alguno de sus atacantes antes de que la mataran de cinco tiros. Así, la sangre hallada sería de uno de los homicidas.

lunes, 7 de mayo de 2018

Hallaron nuevas evidencias en la escena del crimen

Buenos Aires, 07 de mayo (Télam)

Los investigadores del homicidio de María Marta García Belsunce hallaron nuevos rastros de ADN en las evidencias de la escena del crimen recolectadas hace 16 años, por lo que los fiscales de la causa citaron a Nicolás Pachelo, su ex mujer y cinco vigiladores a un nuevo cotejo genético, informaron fuentes judiciales.

En tanto, el abogado de Pachelo, Roberto Ribas, presentó hoy un escrito para que también sean convocados para la extracción de sangre el viudo Carlos Carrascosa, los familiares condenados por encubrimiento y la medio hermana de la víctima, Irene Hurtig.

Fuentes de la investigación explicaron a Télam que el nuevo perfil genético es masculino y fue encontrado en una muestra colectada en 2002 que en su momento había arrojado resultado negativo.

Es que cuando asumieron la investigación a principios de 2017, los nuevos fiscales de la causa, María Inés Domínguez y Andrés Quintana, ordenaron peritar nuevamente todas las evidencias recolectadas en la escena del crimen en 2002.

“De una de esas muestras que en su momento había sido considerada como insuficiente para obtener un perfil genético, con las nuevas tecnologías que existen en materia de genética forense, ahora se pudo sacar un patrón que corresponde a un hombre”, dijo a Télam una fuente judicial.

El mismo informante aclaró que aún no se sabe si este perfil es igual a uno de los históricos dos ADN masculinos NN que fueron hallados junto a otro femenino en pequeñas manchas de sangre levantadas de la escena, o si pertenece a un tercer hombre.

En una citación a la que tuvo acceso Télam, los fiscales Domínguez y Quintana fijaron para el 14 de mayo, el próximo lunes, a las 12, la extracción de sangre para los cotejos de ADN que se realizarán en la Asesoría Pericial de la ciudad de La Plata y estarán a cargo de su directora, la doctora María Mercedes Lojo.

Los convocados para estos nuevos estudios son los siete nuevos imputados que ya fueron indagados el año pasado por el crimen de García Belsunce, es decir, Pachelo (41); su ex esposa, Inés Dávalos Cornejo (39); y cinco ex vigiladores del country Carmel de Pilar donde ocurrió el asesinato, José Ramón Alejandro Ortiz, Ramón Alfredo Acosta, Víctor Hugo Contreras, Eduardo Walter Vera y Norberto Glennon.

El patrón de cada uno de los varones será cotejado con este nuevo ADN masculino que surgió ahora y con aquellos otros dos perfiles NN de hombres que ya estaban incorporados en la causa.

En el caso de Dávalos, su sangre será comparada con el ADN femenino que estaba presente en el expediente desde 2002 y que es distinto al de la víctima.

El abogado Ribas pidió en un escrito al que también accedió Télam, que no se excluya de estos nuevos estudios de ADN a los históricos imputados de la causa vinculados a la familia García Belsunce.

Por ello, pidió que también sean convocados a la extracción sanguínea el viudo Carrascosa, el hermano Horacio García Belsunce, el medio hermano John Hurtig, el vecino Sergio Binello y también la medio hermana Irene Hurtig, pese a que ella ya fue sobreseída en la causa.

“La fiscalía ha olvidado que otras personas más han tenido o pueden tener una aparición en los cotejos sanguíneos que se llevarán a cabo en este expediente. Me refiero específicamente a los imputados y/o condenados en la actualidad por sentencia del Tribunal Oral Criminal de San Isidro y la Cámara de Casación Provincial”, señala Ribas en su presentación.

Según la hipótesis por la que los fiscales Domínguez y Quintana indagaron a los siete nuevos imputados, María Marta fue asesinada el 27 de octubre de 2002 cuando llegó a su chalet del country Carmel y se encontró con ladrones que la mataron de seis balazos en la cabeza con un revólver calibre .32.

El robo de un cofre metálico de la asociación benéfica "Amigos del Pilar" que María Marta guardaba en su casa con dinero en efectivo, tres chequeras y la llave de una caja de seguridad, es el posible móvil del crimen para los nuevos investigadores.

Estas novedades sobre nuevos rastros de ADN se conocieron hoy cuando Pachelo quedó procesado con prisión preventiva en la causa que lo tiene preso desde el mes pasado, acusado de haber cometido cinco robos en el country Tortugas de Pilar.




martes, 1 de mayo de 2018

Nicolás Pachelo, más complicado: suma denuncias y ahora lo investigan por 10 robos

Acusado del crimen de María Marta García Belsunce, sólo está imputado por cuatro hechos pero llegaron más testimonios de víctimas a la fiscalía.


Nicolás Pachelo, el sospechoso del crimen de María Marta García Belsunce, podría terminar acusado de participar de 10 robos cometidos en distintos countries del conurbano Bonaerense.
Pachelo (41) no sólo está imputado de los cuatro robos ocurridos en el country Tortugas de Pilar que motivaron su detención el 7 de abril, sino que con la repercusión pública de su arresto la Justicia sumó en las últimas semanas una serie de testimonios y pruebas que lo vinculan con otros seis hechos.




Por lo pronto, mañana a las 10 será trasladado desde su lugar de detención, en la DDI de San Isidro, a las fiscalías de Pilar para ser indagado por el equipo especial que investiga todas sus causas y está integrado por los fiscales Martín Otero, Andrés Quintana y María Inés Domínguez, quienes le ampliará la acusación en su contra.
Hasta ahora, sólo había sido indagado por los cuatro robos cometidos el 29 de marzo pasado, primer día del feriado de Semana Santa, en el barrio Tortugas, donde las víctimas fueron el director ejecutivo del Banco Piano, Arturo Piano; el empresario gastronómico Osvaldo Brucco; Jacqueline Ducoté, hermana del intendente de Pilar, Nicolás Ducoté; y el financista Christian Alan Guerrier.






Pero una quinta víctima de ese country, identificada como Marcos Ignacio Esteves, se presentó luego ante los fiscales de Pilar para denunciar que en una foto difundida por los medios reconoció como suyo un reloj marca Cartier que fue secuestrado en la casa de Pachelo cuando lo detuvieron.
Esteves dijo que no se había dado cuenta que le habían robado en su casa, porque no detectó ninguna puerta o ventana forzada, por lo que sospecha que en su caso entraron a la propiedad por algún acceso que quedó abierto.Así, los fiscales le informarán formalmente mañana a Pachelo que queda imputado por “hurto” por el robo a Esteves, mientras que en los otros cuatro casos en Tortugas lo acusan de "robo agravado por efracción y por ser cometido en poblado y en banda".
Pachelo tendrá mañana la posibilidad de ampliar la declaración indagatoria que dio, antes de que sean detenidos sus dos presuntos cómplices, cuando dijo que había entrado al country para ver a una amante cuya identidad no reveló porque era una casada.







Esa coartada se cayó cuando los fiscales descubrieron en las cámaras de seguridad del Tortugas que entró con una identidad falsa en una camioneta Dodge RAM junto a los otros dos detenidos que tiene la causa, su amigo y empresario Matías Osvaldo Marasco (39), y el caddie Iván Alfredo Martínez (29), quienes estaban anotados ese día para jugar al golf.
Pero al margen de estos cinco hechos en Tortugas, los fiscales tienen reconocidos entre los efectos secuestrados en el departamento de Retiro donde fue apresado Pachelo algunos objetos que fueron robados en otros hechos.
La última causa en la que se está investigando a Pachelo, aunque según fuentes judiciales el que está más comprometido es Marasco, es un robo ocurrido en el Club de Campo Los Pingüinos de Ituzaingó, cuya víctima se presentó espontáneamente en la fiscalía de Pilar para declarar y contar por qué cree que ellos son los autores.
Por otro lado, a Pachelo se lo vincula a dos robos ocurridos entre la última Navidad y los primeros días de enero en el barrio Portezuelo del complejo de countries Nordelta de Tigre, causa en la que ya estaba siendo investigado por una fiscal de Benavídez.
Además, Pachelo podría ser llamado a indagatoria por el fiscal de Berazategui Daniel Ichazo, en el marco de una causa por dos robos cometidos en Semana Santa de 2017 en el country Barrio Parque El Carmen, de la localidad de Hudson, donde un ladrón muy parecido a él quedó grabado por cámaras de seguridad.
Una de las víctimas de ese hecho, el ex diputado nacional por la Unión Cívica Radical y ex dirigente de Boca Juniors, Cesar Martucci, ya identificó como suyos 19 objetos secuestrados en la casa de Pachelo.
Estos robos se conocieron cuando Pachelo, su ex esposa y los vigiladores del country Carmel de Pilar están siendo investigados por el crimen de María Marta García Belsunce, ocurrido en 2002 presuntamente durante un robo con esta misma modalidad, de acuerdo a la última hipótesis de los fiscales.

lunes, 23 de abril de 2018

Contradicciones por el tema "robos"...

Pachelo, el sospechoso de siempre, juega fuerte en las mesas de póker

Por: Gustavo Carabajal y Gabriel Di Nicola

Apesar que nadie sabe de qué trabajaba, Nicolás Pachelo gastaba grandes sumas de dinero apostando en mesas de póker y casinos. Del principal sospechoso del homicidio de María Marta García Belsunce se sabe que tuvo condenas por haber protagonizado robos en casas de amigos de toda la vida. Y en las últimas horas sumó más acusaciones por desvalijar viviendas. Además de haber sido detenido por robar cuatro casas en el country Tortugas, lo investigan también por su presunta responsabilidad en cuatro hechos ocurridos en Nordelta.


A su inclinación al juego, a las imputaciones por robarles a su amigos, a las sospechas por el asesinato en el country Carmel, la Justicia agregó un análisis psicopatalógico, que lo presentó con trastornos severos de la personalidad.
Debido a la cantidad de hechos que fueron adjudicados a Pachelo durante más de 15 años quedó al descubierto un patrón de conducta. Por tal motivo, la fiscal general de San Isidro, Beatriz Molinelli y el fiscal adjunto John Broyad, ambos interinos, designaron un equipo de funcionarios para que investiguen a Pachelo.
Ese grupo de trabajo está conformado por María Inés Domínguez, Andrés Quintana y Martín Otero. Los dos primeros funcionarios tienen a Pachelo como acusado por el homicidio de María Marta García Belsunce, ocurrido el 27 de octubre de 2002, en el country Carmel, de Pilar, mientras que Otero, investiga a Pachelo por los robos ocurridos el último fin de semana largo en el country Tortugas. Pero, a raíz de la difusión de la detención de Pachelo por estos hechos, aparecieron más damnificados por robos ocurridos hace un año en un country de Berazategui y por episodios similares registrados, en noviembre y enero pasados, en Nordelta.



Su vida ligada al delito llevó a Pachelo a ser, además, uno de los acusado en un juicio ante el Tribunal Oral Federal (TOF) N° 1 de San Martín, donde se juzgará a una banda que comercializaba droga sintética en fiestas electrónicas. Por este caso estuvo preso desde diciembre de 2015 hasta junio de 2016, según informaron fuentes judiciales.
Entre agosto de 2003 y abril de 2004 se sucedieron una serie de robos en departamentos y casas en la ciudad de Buenos Aires. El punto en común fue que el autor de los atracos ingresó en los inmuebles con la llave de la puerta principal, sin la necesidad de entrar en forma violenta. Pero hubo otra coincidencia que no pasó inadvertida para los investigadores: las víctimas tenían una amistad de muchos años.
En noviembre de 2005 hubo una sentencia por esos hechos delictivos. En un juicio abreviado, el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) porteño N° 15 condenó a la pena de tres años y tres meses de prisión a Pachelo.
El acusado de los robos en el Tortugas Country nació el 21 de junio de 1976 en Pilar. Hijo de Roberto Pachelo y Silvia Ryan. Ambos murieron. El hombre en 1996 y la causa judicial fue cerrada como suicidio, a pesar de que era diestro y el proyectil que terminó con su vida ingresó por el costado izquierdo de su cabeza.
Ryan se suicidó en mayo de 2003. Era la principal testigo de Pachelo en la investigación por el homicidio ocurrido en el country Carmel. Se arrojó al vacío desde el piso 11 del edificio donde vivía, en Avenida del Libertador al 100, en Retiro.



Víctimas de la amistad

A Pachelo no se le conoció trabajo fijo u ocupación. Así lo declararon sus amigos ante el por entonces juez criminal y correccional porteño Mariano Bergés, durante los testimonios obtenidos en la causa por los robos ocurridos entre agosto de 2003 y abril de 2004. Uno de los testigos, según consta en el expediente al que tuvo acceso LA NACION, fue Ignacio Giménez Zapiola. Relató que era amigo de Pachelo "desde hace años". Contó que no se le conocía un trabajo fijo y que tenía problemas de juego. "Apostaba grandes sumas de dinero en el casino", afirmó.



Giménez Zapiola fue el apellido elegido por Pachelo para falsificar el DNI que mostró en la guardia del Tortugas Country el 29 de marzo, día de los robos.
Otro testimonio sobre la adicción de Pachelo por el juego fue el de Gastón Auge Areco, que lo conoce desde chico. La madre del testigo sufrió un violento robo en su departamento de Recoleta. El delincuente que ingresó en el inmueble estaba encapuchado y armado. Se apoderó de joyas, dinero y artículos electrónicos, y encerró a la víctima en el baño.
Pocos días después del robo, Pachelo llamó a Auge Areco y le dijo que necesitaba hablar con él. "Pachelo estaba con los brazos sobre las piernas, no lo miraba a la cara y le dijo que era el culpable del robo en la casa de sus padres: 'No tengo para darles de comer a mis hijos. Soy un enfermo del juego', espetó. Poco después le dijo que le iba a devolver el dinero y que iba a hacer un tratamiento. También reconoció ser el autor de robos en la casa de otros amigos", según se desprende de la declaración testimonial.
El gusto de Pachelo quedó expuesto en páginas web, en las que hay fotografías de él en torneos de póker, donde habría ganado importantes premios.
Otra de las víctimas de Pachelo, según la sentencia del juicio abreviado, fue Nicanor Cetrá, hijo del empresario radial Luis Cetrá. El robo tuvo un hecho peculiar: una cámara fotográfica marca Nikkon terminó vendida en un negocio de Libertad y fue comprada por Juan Carlos Hurtig, hermano de García Belsunce, que obtuvo una copia de la boleta de compra que los comerciantes le dieron a Pachelo y una lista de otros elementos que también ofrecía para la comercialización.
En algunos de los casos, después de los robos, según el expediente judicial, la por entonces mujer de Pachelo, Inés Dávalos Cornejo, visitaba a las víctimas e intentaba sugerir que las empleadas domésticas podían tener vinculación con los hechos.
El homicidio de María Marta García Belsunce fue precedido por una serie de robos en el country Carmel. El vecino al que le robaron 47 palos de golf reconoció sus hierros y maderas en un local de la Asociación Argentina de Golf, en la Costanera. Cuando el hombre reclamó los palos, el encargado del negocio le respondió que se los había entregado en consignación un muchacho identificado como Nicolás Ryan. En realidad era Nicolás Pachelo, que había usado el apellido de su madre. Por este hecho fue condenado.
Una cámara dejó en evidencia el robo en un country

Debido a la difusión de la fotografía de Nicolás Pachelo cuando fue detenido por los robos en el Tortugas Country, de Pilar, un vecino del Barrio Parque el Carmen, de Berazategui, identificó al imputado como el intruso que quedó grabado por las cámaras de seguridad en abril de 2017. César Martucci, exdiputado nacional (UCR) y exdirigente de Boca, reconoció en los últimos días dos relojes y joyas secuestradas en poder de Pachelo.






sábado, 7 de abril de 2018

Apresaron a Nicolás Pachelo, imputado por cuatro robos cometidos en un country de Pilar

Nicolás Pachelo, uno de los imputados por el crimen de María Marta García Belsunce, fue detenido esta tarde y acusado de cometer una serie de robos en el country Tortugas, entre cuyas víctimas hay un banquero y una hermana del intendente de Pilar Nicolás Ducoté, informaron fuentes policiales y judiciales.
El operativo fue realizado esta tarde por efectivos de la Sub DDI y de la comisaría 4ta. de Pilar en el piso 11 de un edificio ubicado en la avenida Del Libertador 184, en el barrio porteño de Retiro, donde Pachelo (41) vive actualmente y en el cual en el año 2003 su madre Silvia Ryan se suicidó arrojándose al vacío.
El detenido está acusado de haber cometido cuatro robos en el country Tortugas de la localidad bonaerense de Pilar durante el último fin de semana largo de Semana Santa.
Según informaron fuentes de la investigación a Télam, entre las víctimas se encuentran Osvaldo Brucco, dueño del restaurante Gardiner, ubicado en la zona de Costanera Norte; Arturo Piano, director ejecutivo del Banco Piano; y Jaqueline Ducoté, hermana del intendente de Pilar, Nicolás Ducoté.
Todos los robos se produjeron en ausencia de moradores y, según los voceros, Pachelo fue registrado por una de las cámaras de seguridad del country escapando con una caja fuerte en la mano.
“Fueron varias las cajas fuertes robadas y según los damnificados, en las mismas había dólares, euros, pesos, relojes y joyas. Ese fue el objetivo de los robos en el country, y es lo que estamos buscando ahora”, reveló a Télam uno de los investigadores.
Asimismo, un hermanastro del detenido, que vive en el mismo barrio cerrado, lo reconoció en los videos del sistema de vigilancia como uno de los ladrones que quedaron filmados, revelaron fuentes judiciales.
Según la investigación, en una de las filmaciones puede verse de perfil a uno de los ladrones, que para los fiscales sería Pachelo, andando en bicicleta, con una remera de tipo camuflada y gorra negra.
En tanto, en otro de los videos puede verse a la misma persona tratando de abrir una ventana, aseguró a Télam una fuente con acceso al expediente.
Por estos hechos, también se procedió en simultáneo a la detención de un cuidador de caballos del country Tortugas, quien sería la persona que le facilitó el acceso a Pachelo al barrio cerrado.
En el departamento de Pachelo se secuestraron elementos de interés para la causa, entre ellos una gorra y prendas de vestir similares a las que llevaba el ladrón registrado por las cámaras de seguridad, como así también herramientas y barretas, aseguró un vocero.
Intervienen en la causa los fiscales Raúl Casal y Martín Otero, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 1 de Pilar, perteneciente al Departamento Judicial de San Isidro.
Pachelo había sido llamado a indagatoria el pasado 6 de octubre junto a su ex esposa, Inés Dávalos Cornejo (39), como sospechosos de ser los autores del crimen de María Marta García Belsunce, cometido el 27 de octubre de 2002 en el country Carmel de Pilar, a pocos días de que se cumplan los 15 años del hecho y prescriba la causa.
El ex vecino del country Carmel fue imputado por los delitos de "robo agravado y homicidio criminis causa", que prevén la pena de prisión perpetua.
Para los fiscales de Pilar María Inés Domínguez y Andrés Quintana, designados especialmente por la Fiscalía General de San Isidro para que investiguen desde la foja 1 la causa, Pachelo efectuó los disparos homicidas, en "coautoría funcional" con su entonces esposa, cuando con la "colaboración" de los vigiladores del country fueron a robar a la casa de la víctima y esta los sorprendió.
Los fiscales Quintana y Domínguez “tienen fundadas sospechas de que Pachelo y Dávalos estaban dentro del country al momento del crimen” y que la hipótesis que apuntaba al vecino sospechoso no fue investigada como era debido por el fiscal original del caso, Diego Molina Pico.
El robo de un cofre metálico de la asociación benéfica "Amigos del Pilar" que María Marta guardaba en su casa con dinero en efectivo, tres chequeras y la llave de una caja de seguridad, es el posible móvil del crimen para los nuevos investigadores.
Al ser indagado el pasado 13 de noviembre por primera vez como sospechoso del asesinato de María Marta, Pachelo aseguró ser “inocente” y que no tiene “nada que ver” con el crimen.
Los fiscales decidieron que el imputado permaneciera en libertad durante la etapa de etapa de recolección de pruebas hasta pedir la elevación de la causa a juicio oral, en la que además hay cinco vigiladores que trabajaban en el country Carmel que son sospechosos de haber participado o colaborado en el homicidio.
En tanto, Pachelo acordó en un juicio abreviado en la ciudad de Buenos Aires una pena de cuatro años de cárcel por una serie de robos en las casas de sus amigos y que lo llevó un par de años a la cárcel desde mayo de 2004 hasta el año 2006.
Por su parte, en diciembre de 2015 fue detenido por la Policía Federal acusado de ser uno de los dealers en las “Quinta Fest”, causa por la que fue procesado por “tráfico ilegal de sustancias estupefacientes, y por el que será juzgado por el Tribunal Oral Federal 1 de San Martín.









lunes, 5 de febrero de 2018

Carlos Carrascosa: "Dios me debe una"

Por Magda Tagtachian

Son las 11 y el departamento de Carlos Carrascosa vive en penumbras. Afuera no se sabe si es de día o de noche. Si llueve o hay sol. Jamás levanta las persianas. “Me acostumbré a la cárcel”, justifica el viudo de María Marta García Belsunce.

La Justicia lo absolvió por el asesinato de su mujer. Aquí no se debatirá su situación judicial, sino que haremos una “foto narrativa” sobre la persona que aún concentra el juicio y la mirada colectiva sobre su responsabilidad en el caso: culpable o inocente.

Pasaron 15 años desde que Carrascosa quedó detenido por primera vez. Pero todavía, en la calle y en cada mesa de café, se ensayan teorías sobre quién la mató. El pituto. Las canillas puntiagudas del baño. El cráneo agujereado de María Marta. ¿El pegamento La gotita para cerrarlo? El certificado de defunción. Demasiadas intrigas y detalles de película.

Mientras tanto, el ex vecino del country Carmel lleva más de un año libre. Pasó ocho años preso. En la cárcel, Carrascosa cambió su forma de pensar y algunos hábitos. Tomó la costumbre de tender la cama. Y en Luján, donde alquila un departamento de 40 metros cuadrados, sigue con esa modalidad. El único día que “se salva” es los viernes cuando llega la mucama.

A los 73 años, es la primera vez que vive solo. Un amigo ocupa la casona de 240 metros cuadrados de Carmel, con 4 mil metros de terreno. Carrascosa se la deja a cambio de que le cubra los gastos. Excepto que alguna pericia lo requiera, no volvió a pisar el primer piso de la mansión. El cuarto del matrimonio y el baño, donde quedaron los rastros ensangrentados de María Marta escapando de su asesino, dice que todavía lo perturban.

Fuma un cigarrillo tras otro. Entre uno y dos atados. Llegó a consumir cuatro tras las rejas. En su mesa de luz, junto a la cama individual, una foto de María Marta. Junto al portarretrato, un perfume nacional Kevin Black, un atado de Parisienne, papeles, tierra y un cenicero sin cenizas porque están en el piso. Un ventilador. En la heladera, tres mandarinas y un queso untable. “Ni café tengo”, avisa. Hace un rato, en el bar de la esquina, pidió a la camarera que le cargara a su cuenta los cafés para Viva. “¿Me das crédito, mi amor?”, galanteó el viudo.

Es el bar donde desayuna siempre café en jarrito y dos medialunas. La moza lo conoce y los vecinos también. Carrascosa se mudó a Luján “para andar más tranquilo”, explica. “Pilar es un pueblo. Sabés todo de cualquiera que te cruzás. Acá es distinto”, aclara. Le pesaba y le pesa el estigma del asesino. Pero asegura: “En la cárcel se terminó lo peor: la incertidumbre de lo que pasará mañana. Mientras estaba acusado y libre, no podía organizar un trabajo, un viaje o lo que fuera, porque no sabía si al día siguiente marchaba preso. Estuve cinco años acusado y libre. Caminar por la calle con una condena social de homicidio consume una energía enorme. No podía completar tres trámites en el día. No tenía fuerzas para bancarme la mirada del otro. Y eso que nunca tuve un insulto”.

Pasó cinco años y medio detenido en el Penal 41 de Campana, y cuando salió vivió con tobillera electrónica y prisión domiciliaria dos años y medio más.

Con la absolución, ¿cambió hacia usted la mirada social?

Mucho. Pero voy de a poco. Todavía no me animo a subir a un subte, a tomar un colectivo o a ir a la cancha.

¿Cómo fue volver a estar libre?

Dificilísimo. Salir de la cárcel fue tan duro como entrar. No sabés cómo va a reaccionar la gente. El día que me dieron la absolución, no festejé. Les dije a mis abogados todo lo que tenían que hacer. Recién salí al día siguiente. Fui a una peña donde había 80 personas. Me insistió mi amiga Jorgelina. Ella era productora del programa de TV de mi cuñado, Horacio. Ella me sugirió que debía romper el hielo. Subí al escenario y dije: “Ahora que el Servicio Penitenciario no me paga más el sueldo, me tengo que ganar la vida. Voy a promocionar a una artista”. E invité a Jorgelina a cantar.

¿Cambió su cabeza en el encierro?

Entré a la cárcel como un burgués y salí como progresista. Incluso cambié de amigos. Mis amigos burgueses no entienden lo que pude haber cambiado. Ahora escupo lo que pienso. Antes me lo tragaba o lo decía diplomáticamente.

¿La pasó mal adentro?

Me salvó el sentido del humor. Una amiga psicóloga, que venía a verme, me decía que no pensara en salir. “Pasá bien el día a día”, me aconsejaba. Pero había madrugadas en que me despertaba. Escribía y puteaba contra todos. Con cada año que pasé preso, me cambió la mente. Siempre pensé que iba a salir porque soy inocente. Pero me bajoneé cuando se cumplieron tres años adentro y no me dieron la libertad pese a que me correspondía por no tener condena firme. Me puse a escribir un blog (casobelsunce.blogspot.com.ar).

Los primeros seis meses, Carrascosa estuvo en un pabellón común, con seis personas en una celda de 2 x 6 metros. “Dormíamos en cuchetas. Me tocó la cama de abajo, porque era el mayor de todos. Había una mesita para comer y enfrente de la mesita, una letrina con lavatorio. Hacíamos nuestras necesidades ahí. Nunca me preocupé mucho porque nunca fui muy limpio. Las duchas estaban afuera. Podías ir cuando estaba abierta la celda, de 7 a 20.”

El viudo alcanzó conducta 10 y lo pasaron a una celda con dos personas, de 3 x 3 metros: “De la cárcel me quedaron dos íntimos amigos. Uno adentro y otro afuera. Al de adentro, lo sigo yendo a visitar aunque él no quiera. Ninguno de los dos mató ni violó. Ellos me decían: ‘Carlos, éste no es tu lugar’. En la cárcel, yo era más conocido que el director. Me querían mucho. Los guardias no podían entender que estuviera acusado de matar a mi mujer y me vinieran a visitar el padre, la madre, los hermanos, los tíos, sobrinos y los amigos”.

Si usted no fue el asesino, como dijo la Justicia, ¿cómo hizo para bancarse ocho años preso?

Nadie sabe hasta dónde da el cuerpo humano hasta que no lo ponés a prueba. Y Dios te da los hombros para soportar la carga. Además, yo fui marino mercante. Eso me ayudó. Estaba siempre encerrado, debajo del agua, rodeado de fierros con ruido a fierros.

Cuando terminó la Escuela Argentina Modelo, Carrascosa ingresó a la Marina. Tenía 19 años. “Fui de joda. Nunca ascendí. Era tercer oficial. Lo hice para rajarme de la casa de mis padres. Siempre fui el niño mimado. Y cuando me casé con María, ella me advirtió: ‘No me caso con una foto’. Y dejé”. Ironías de la vida. Ahora es él quien vive con la foto de María Marta. “Le rezo cada noche. ‘Negrita, ya nos vamos ver,’ le digo.”

¿Usted reza?

No convencionalmente. Le digo a Dios: “Flaco, hijo de mil putas, por qué me estás haciendo esto. ¿Por qué no me ayudas un cachito, flaco? Dame vuelo”. Fui a misa hace poco. Comulgué y luego me confesé.

Pero es al revés, primero se confiesa y después comulga.

No creo en la confesión. Me acerqué porque necesitaba hablar con un representante de Dios. Hice la cola en el confesionario. Y el sacerdote me preguntó si tenía algún pecado. “No siento que tenga ningún pecado. Lo pasé mal y ahora estoy en un buen momento. Quiero que, a través suyo, Dios se entere de que me debe una”, le dije. Tengo cosas para perdonar, pero no para confesar.

¿Qué tiene para perdonar y a quién?

¿Te parece poco? A todos los que me condenaron. Al que la mató. A los que hicieron mal las cosas. Nelson Mandela perdonó a todo el mundo y sacó adelante un país. Leí mucho sobre Mandela en la cárcel. Trato de creer en el perdón, pero no soy Mandela.

En el penal buscaba mantenerse ocupado. “En la cárcel era periodista. Tenía un espacio de radio de 7 a 9. En vez de (Marcelo) Longobardi… Carrascosa. El programa se escuchaba en todo Campana. Lo conductores éramos un acusado de triple homicidio (ahora con libertad condicional), un cura acusado de pedofilia (salió) y yo. Además, los sábados hacía otro programa. Hoy tengo un ofrecimiento para laburar en radio”, se ilusiona. También se acercó a la Municipalidad de Luján para ofrecerse en tareas ad honorem y, mientras espera respuesta, colabora en la inmobiliaria de una amiga “para mantener en actividad la cabeza”, asegura.

¿Perdió mucha plata en abogados?

Me dieron vuelta. Lo que tenía líquido se fue en ellos. No soy ambicioso. Vivo del alquiler de un galpón. Sin ahorros.

Siempre vivió en casas acomodadas y con gente de alta sociedad. ¿Extraña su vida anterior?

¿Qué gano con extrañar? Disfruto más una comida en casa con cuatro amigos que una fiesta. Ni María ni yo éramos de ir a fiestas. No aceptar este cambio de vida sería crearme un problema.

Si pudiera volver el tiempo atrás, al momento del hecho...

(Interrumpe) Ya sé a dónde va tu pregunta. Hubiera deseado estar lo suficientemente lúcido para haber pedido la autopsia en ese momento. Pero yo era un zombie. Vino mi cuñado y me dijo: “Acá hay algo raro, hay que llamar a un forense”. Le dije que lo hiciera. Eso fue en el velorio. Y otro cuñado llamó a un fiscal de la Nación (Juan Martín Romero Victorica), que era amigo suyo; y ese fiscal de la Nación llamó al fiscal de turno (Diego Molina Pico); y ese fiscal de turno estuvo, miró y se fue. Y después, la culpa la tenemos nosotros. Lo llamamos nosotros. Hay mucha gente que no sabe eso.

Lo que hace desconfiar de su caso es que hicieron todo mal.

Delegué todo. No estaba lúcido.

Nadie estuvo “lúcido”.

Fue muy fuerte la muerte de María. Había tres abogados, un médico… Luego vinieron tres médicos más. Me habría gustado que alguno se me hubiera acercado y me hubiera dicho: “Che, hay que pedir la autopsia”. Ni el fiscal. Desde ya que lo hubiera hecho.

El hijo menor de Antonio Carrascosa y María Teresa Gaetani Ferrazzini vivió de chico en Barrio Norte. “Papá tenía 48 años cuando me tuvo. Nunca me dio mucha pelota porque estaba en el auge de su carrera. Siempre salía por urgencias y congresos. Era otorrinolaringólogo. Mamá era una diosa. Ama de casa. Había cursado hasta sexto grado y estudiado piano y francés, lo que se usaba en esa época.”

Carrascosa conoció a María Marta en casa de los Ongay, que eran varios hermanos. “Todos fuimos compañeros de colegio. María Marta tenía 9 y yo, 16. Después de clase, nos juntábamos en lo de Ongay a estudiar. María los visitaba porque era amiga y compañera de Inés, la menor. Nosotros mandábamos a María a comprar dulce de leche para las tortas. La teníamos cagando porque era la más chiquita”, cuenta.

Jura que, para esa época, él ni se había fijado en María Marta ni le gustaba. Pero se reencontraron diez años después, cuando se bajó del barco de la Marina, en unas vacaciones. “Un amigo me hizo la gamba y nos invitó a todos a cenar a su casa. Eso fue un 15 de abril. El 2 de mayo nos pusimos de novios.” Se casaron en un par de años, en el invierno de 1971, y en 1992 se mudaron al country Carmel de Pilar.

“Hicimos esa casa desde cero. Compré el lote a 3 dólares el metro. Yo puse la plata y María correteaba al pobre arquitecto. Una vez por semana, ella pasaba y hacía la lista de lo pendiente. Lo cagaba a pedos. Yo me iba porque me daba vergüenza, porque él era amigo mío. María tenía mucho carácter. Taurina, del 24 de abril. Decíamos que en Carmel habíamos encontrado nuestro rinconcito en la vida. Y mirá cómo terminó.”

En su casa en Luján no hay televisor y para la computadora usa el wifi de un vecino. En el living, sobre una mesa alta, brilla la copa que ganó Fácil, su primer caballo. Además, tres cuadros que trajo de Carmel: un impresionista desconocido; una foto enmarcada de Fácil; y una escena de bridge donde sólo se ven tres jugadores. “La cuarta silla está vacía. El jugador hace de muerto. Bajó las cartas y se fue. No puede hacer nada. Está muerto”, explica.

¿Qué es la muerte para usted?

No soy muy expresivo ante una muerte o una desgracia. Viví muchas muertes y eso te va creando una coraza. Soy el Carrascosa más viejo. Papá, mamá, mis hermanos... nadie llegó a los 70. Todos cardíacos. Murieron de un día para el otro. Capaz que me muero en diez minutos. La somatización o la expresividad de un dolor, a mí me agarra por el intestino. No temo morirme. No me queda nada. Sólo mis sobrinos y la familia de María. Ni siquiera tengo arreglado dónde voy a ir a parar. Ni parcela ni nada. Pobre mi amiga Jorgelina. Dice que le voy a dejar el fardo a ella.

¿No le importa cuidarse?

Ya no. No es que estoy jugado, pero al no tener hijos, no tener mujer, ni hermanos, no tener padres (hace un silencio largo), la vida solo es pesada. Tengo una familia excepcional que son mis sobrinos, que viven en el interior. Y los hermanos de mi mujer que significan una gran compañía. Me sigo viendo con todos: con Irene (Hurtig, hermanastra de María Marta), John (Hurtig, hermanastro), Horacio y María Laura (los hermanos de María Marta). La mamá de María Marta murió y Guillermo Bártoli, esposo de Irene, también.

¿Por qué no tuvieron hijos con María Marta?

No pudimos por mí. A mí no me pesaba tanto pero a María sí. Cuando yo tenía 3 años, tuve una falla en la glándula timo, que es la responsable de activar el sistema inmunológico. Me dieron rayos para tratarla. Y me esterilizaron. No lo supe hasta que nos hicimos los análisis para que María quedara embarazada. Ahí mi madre se acordó y me dijo: “¿No será que aquella vez…?” Le conté al médico. “Y claro, es eso”, me dijo.

Entre las nuevas rutinas de su nueva vida, está la cita semanal con su psicóloga. “Jamás había hecho terapia. Empecé a mitad del año pasado. Tengo necesidad de hablar. Terapia es mi hora libre. Ahí digo cualquier barbaridad. Ella trabaja bajo secreto profesional. Entonces podés hablar tranquilamente de todo. Después de la sesión quedo planchadito. Necesito dormir una siesta. Me gusta ir porque descargo todo. Además mi psicóloga es muy mona.”

¿Es importante que sea "mona"?

Sí, porque soy admirador de la belleza.

¿Pensó en rehacer su vida amorosa?

No. María es irremplazable.

¿Tiene alguna explicación acerca de lo que vivió con su caso, los juicios sobre su persona?

Destino. Ahora mi objetivo es saber quién fue. Sospechas hay, pero deben probarlo.

¿Cree en la Justicia?

Ehhh... en la Justicia divina sí. ¿Creerías si te hubiera pasado lo mismo que a mí? Ahora vamos a ver qué pasa con los nuevos fiscales.

Mientras tanto, Carrascosa sueña con ver publicado, algún día, su libro, su propia historia. Ya lo terminó. “Tiene 600 páginas. Empecé a escribirlo en el penal. Al principio me funcionaba como catarsis y después no podía parar. Ahora lo tiene una correctora”, confía. Pero también confiesa que le gustaría subirse a un crucero para navegar a la Antártida. “El mar, como la cárcel, te hermana. Ahí están todos en la misma situación. No hay diferencias a pesar de los rangos” desliza.

A María Marta la visita, como mínimo, dos veces al año. Para el cumpleaños de ella y en el aniversario de su muerte. Le lleva claveles rojos. “No me gustan las espinas”, categoriza el viudo.

Cuando reapareció en la puerta de la Recoleta, luego de ocho años preso, el florista lo reconoció y le regaló el ramo. Hace poco, ese puestero murió y lo reemplaza su hijo. Ahora, acompañado por Viva, Carrascosa le pide unos claveles rojos. La docena sale $120. Se los deja a $100. Carrascosa pide uno más.

Entra en silencio al Cementerio. Da unas vueltas. Esquiva a un grupo de turistas. En la visita guiada todavía incluyen la “parada” en la bóveda de los García Belsunce. Uno de los sepultureros reconoce al viudo. Lo guía hasta la tumba. Carrascosa desarma el ramo. Una por una, encaja cada flor en los hierros ornamentados. Los pétalos de terciopelo pintan lágrimas rojas. Carrascosa apoya la frente sobre la puerta. Queda inmóvil unos segundos. Se persigna con la señal de la cruz. Se incorpora. Continúa la caminata. En la mano derecha lleva el clavel número 13. Dobla en el siguiente pasillo. Se detiene frente a otra bóveda. Deja la última flor. Le tira un beso a María Teresa Gaetani Ferrazzini, su mamá.