Web Toolbar by Wibiya Caso García Belsunce: Analizan huellas del presunto asesino

viernes, 20 de diciembre de 2002

Analizan huellas del presunto asesino

Cuatro huellas dactilares halladas en la escalera y en la planta alta de la casa de María Marta García Belsunce, en el country Carmel, en Pilar, pueden ponerle nombre y apellido al autor de los disparos asesinos o, por lo menos, a quien limpió rastros de sangre de las paredes de la escena del crimen.

Los rastros, tres de ellos de dedos y uno de la palma de una mano, fueron levantados por los detectives científicos y cotejados con los archivos policiales para determinar a quién pertenecen. Ya se sabe que no son de la víctima, y una primera comparación realizada sobre la base de datos de huellas de personas con antecedentes penales determinó que quien dejó aquellas improntas no es un delincuente conocido, confiaron a LA NACION fuentes de la investigación.

Ahora, la búsqueda se dirige a comparar aquellos rastros papiloscópicos con las huellas dactilares y palmares de los familiares y amigos de María Marta García Belsunce que estuvieron en la casa poco antes y después del 27 de octubre a las 19, cuando se descubrió el cuerpo de la mujer semisumergido en el sauna de su baño y con seis marcas de disparos en el cráneo.

La Procuración General bonaerense, de la que dependen los detectives de la Policía Judicial que intervienen desde el viernes último en la investigación, tienen computadoras cuyas bases de datos están conectadas en red con el AFIS (sistema de identificación automática de huellas dactilares) de la Policía Federal, en el que es posible rastrear en cuestión de minutos las huellas de las personas que alguna vez hayan tramitado un pasaporte o una cédula de identidad.

A principios de noviembre último, expertos de la Policía Científica de San Isidro inspeccionaron la escena del crimen. A simple vista, en la pared de la escalera o en la planta alta no advirtieron rastros sospechosos.

Pero al aplicar un polvo imantado de color negro apareció ante sus ojos la marca de una mano izquierda -una palma y cinco dedos- orientada de arriba hacia abajo, sobre la pared del primer tramo de la escalera, a una altura de 1,85 metro. Muy cerca apareció la impresión de otra palma, también de una mano izquierda, y fragmentos incompletos de huellas digitales a 1,60 metro del piso.

Otros tres restos de huellas dactilares fueron levantados por medio de los reactivos químicos en una de las paredes del dormitorio, junto al baño.

Excepto la primera marca de mano completa, que no sirve para realizar una eventual identificación personal, según los peritos, las otras cuatro huellas fueron levantadas con cintas adhesivas y traspasadas a una superficie vidriada para su posterior escaneo e incorporación a la base de datos computadorizada a partir de la cual se realizan las comparaciones.

Fuentes de la investigación dijeron a LA NACION que esas huellas podrían echar luz sobre el desarrollo completo del homicidio. Las hipótesis son dos: sabiéndose ya que no es de la víctima, esa mano pudo haber sido de la persona que siguió a María Marta García Belsunce escaleras arriba hasta el baño en suite, donde la víctima apareció muerta de cinco balazos.

La otra teoría, especularon las fuentes, es que esas improntas hubiesen quedado registradas cuando una persona aún no identificada limpió, aparentemente con un paño, las salpicaduras de sangre que, por medio de elementos reactivos, los detectives científicos descubrieron en las paredes de la planta alta y de la escalera, y en la alfombra del dormitorio matrimonial.


UNA HIPÓTESIS DEL CRIMEN

El secretario de Policía Judicial bonaerense, Jorge Amorín, dijo ayer a LA NACION que los rastros de sangre hallados permiten hacer una reconstrucción de la probable secuencia del homicidio.

Cree que María Marta García Belsunce fue sorprendida por su asesino en la planta baja de la casa. Allí la atacó por primera vez, según su hipótesis: "Es posible que le haya efectuado un disparo que atravesó el cuero cabelludo, rebotó contra el cráneo y salió despedido con dirección incierta", especuló.

Ese proyectil es el único que no fue encontrado, ya que los otros cinco quedaron alojados en el cráneo de la víctima. Ese plomo faltante podría ser el objeto metálico que uno de los hermanos de la muerta halló debajo del cadáver y que, tras una deliberación en el más íntimo seno familiar, fue desechado por el inodoro, envuelto en papel higiénico, como lo adelantó LA NACION en su edición de ayer.

La presunción de Amorín, sin embargo, no alcanza a explicar cómo llegó el sexto plomo a la planta alta de la casa. El secretario de la Policía Judicial sostuvo, al respecto, que quizás ese proyectil quedó enredado en el cabello o entre las ropas de la víctima; sí precisó que ese plomo de calibre 32 no quedó alojado en el cuerpo de la mujer por el ángulo del disparo y, eventualmente, porque era una bala vieja o con poca potencia.

Otras fuentes, en cambio, se acercan a una hipótesis distinta: sostienen que la mujer, en realidad, pudo haber sido golpeada con un objeto contundente -quizá la culata del revólver homicida- y que, atontada, maría Marta García Belsunce corrió escaleras arriba, perseguida por su asesino, hasta que encontró su final.

Según esta teoría, entonces, los seis disparos -el cargador completo de un revólver calibre 32- fueron efectuados en la planta alta, entre el dormitorio y el baño, donde terminó el cadáver.

De acuerdo con la hipótesis de Amorín, las manchas de sangre en la escalera serían indicio del desplazamiento de una víctima herida. Según la teoría alternativa, podrían ser restos que, de algún modo, salpicó el asesino en su huida.

En la planta alta se hallaron salpicaduras de sangre sobre una de las paredes del dormitorio, junto al baño. Los rastros estaban en un cuadro y debajo de él, a 1,60 metro de altura, casi la misma estatura de la víctima.

La presunción es que su asesino la empujó contra la pared, y eso dejó tales improntas sanguíneas.

Junto al cuadro, en el antedormitorio, al término de la escalera, se ubica un sillón estampado. En él también había manchas de sangre que fueron lavadas, a la altura del respaldo. Esto hace pensar al jefe de la Policía Judicial que la víctima fue arrojada sobre ese sillón.

Ese habría sido el penúltimo acto del crimen. Todo indica, según los peritos, que los cinco disparos mortales fueron efectuados ya dentro del baño en suite, donde sólo apareció una mancha de sangre espesa, de tipo arterial y casi coagulada, de unos 20 centímetros, junto al inodoro.

Esa mancha, que fue vista y descripta por los dos médicos que llegaron en ambulancias y por al menos otro testigo, no provenía de la bañera en la que, según Carlos Carrascosa, apareció su esposa, semisumergida en un agua tibia y ensangrentada.

"Yo no creo que un asesino a sueldo haya limpiado toda la sangre; hubiera perdido tiempo y se arriesgaba a que lo sorprendieran. Por eso nos llama tanto la atención la obsesiva limpieza", dijo Amorín, que se negó a ampliar tal teoría.


UN ELEMENTO SOSPECHOSO

En el último rastrillaje en el Carmel, el domingo último, se intentó ubicar sin éxito el revólver asesino. Sin embargo, un elemento casero que pudo haber sido usado como arma el día del crimen ya estaba en poder de los investigadores desde mediados de noviembre.

Se trata del atizador de un hogar a leña que estaba en el dormitorio. En la punta de ese elemento había rastros de sangre, por lo que se pensó que se trataba del arma asesina hasta que la autopsia confirmó la existencia de seis disparos. Ahora se cree que ese atizador pudo haber sido usado por la víctima para defenderse o por su asesino para atacarla.

Por Hernán Cappiello y Fernando Rodríguez De la Redacción de LA NACION


LUMINOL

Las manchas de sangre halladas en la casa del country estaban lavadas. La única forma de verlas fue aplicando un reactivo químico especial llamado Luminol. Una vez rociadas, se apagó la luz de la vivienda y sobre las paredes, la alfombra y la escalera de la casa aparecieron los vestigios de los manchones de sangre que habían sido borrados por el asesino. Tenían una luminosidad turquesa fosforescente. Como el peritaje puede dar una reacción positiva falsa, los estudios se repitieron al aplicar en esos sectores otra sustancia: peróxido de hidrógeno. Esa vez también los resultados fueron positivos.


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