Web Toolbar by Wibiya Caso García Belsunce: En primera persona: "Nos metieron presos y perdimos todo, la falta de justicia destrozó nuestras vidas"

lunes, 5 de febrero de 2018

En primera persona: "Nos metieron presos y perdimos todo, la falta de justicia destrozó nuestras vidas"


Por Horacio García Belsunce:

Estaba enojado con el mundo. No podía ser que esto me hubiera pasado a mí. Me juzgaban, me condenaban, me metían preso por encubrir ¡el asesinato de mi hermana!
No lo podía creer. ¿Cuándo y cómo había empezado esta pesadilla? ¿Por qué la justicia se había ensañado con nosotros sin una sola prueba? Empecé a perder auspiciantes en mi programa de cable "De frente". Lo aguanté mientras pude, pero el final fue irremediable. Tuve que dejar mi programa después de 20 años ininterrumpidos (1989-2009) porque ya que no podía pagar el costo del espacio. Si tenía algo de que sentirme orgulloso era de la credibilidad que tenía, en función de la forma y el estilo de encarar la comunicación. Hubo amigos de importantes empresas que me ofrecieron darme la plata del auspicio, pero sin que mostrara la publicidad de sus compañías. Era inaceptable.

La estructura de toda mi vida y la vida de mi familia parecía haber comenzado una agonía al ritmo que marcaba una "investigación" judicial que no buscaba al verdadero criminal sino culpar a la familia de algo que no había hecho. ¿Cómo escapar de este tsunami? ¿Había espacio para reconstruir nuestras vidas?

En medio de todo el desastre conocí a Santiago Sosa Palacio, coach ontológico (una disciplina que permite desarrollar un bienestar personal en las relaciones con los demás) con quien tuve largas charlas, sanadoras y brillantes, que me llevaron a seguir la carrera de coach. ¿Podría volver a estudiar a los 55 años? Corría el año 2004, tomé la decisión, y claro que pude.

En agosto del 2006 me gradué de coach ontológico en el ICP (Instituto de Capacitación Profesional). Fueron las herramientas que me dio la carrera –fundamentalmente la ACEPTACIÓN en paz y armonía– las que me ayudaron a poder sobrellevar los días de cárcel en 2011. Hay que estar preso y verse con las esposas puestas, sabiéndose absolutamente inocente… ¿Cómo soportar tanta injusticia? Es algo muy difícil de explicar. No hay forma de que alguien pueda comprender la desesperación y el dolor de estar sumergido en semejante pesadilla, salvo una persona que lo haya vivido.

Había que poner en práctica la resiliencia, esa capacidad que todos tenemos dentro, de crecer desde la adversidad.

Busqué trabajo, de lo que fuera. Recurrí a amigos que les costaba creer que estuviera dispuesto a laburar de cualquier cosa. Me decían "¿pero vos vas a hacer eso?". Sí, hermano, yo, de lo que sea. Igual, nada aparecía.

Angustiado, solo tenía la certeza de que algo tenía que hacer, quizás algo que dependiera únicamente de mí. Pensé: "Remisero". Y ahí se portaron increíblemente mis amigos y conocidos, ayudándome a tener buenos viajes que me sacaron de apuros.

Mi auto es del año 1996 –el mismo que tengo hoy– y tenía varios choques y raspones. Como no tenía plata para arreglarlo, de pronto empezó a lucir impresentable para remise. Entonces llegó el momento de empezar con los delivery. Unos amigos me ofrecieron vender pizzas y empanadas que ellos hacían, dejándome una comisión sobre el precio. Me hice un grupo de clientes y me ayudó a sobrevivir. Lo sigo haciendo hoy.

Para poder llevar algo más de dinero a casa, seguí buscando trabajo durante mucho tiempo. En 2016, cuando asumió Nicolás Ducoté –a quien conozco desde hace años– en la intendencia en la Municipalidad de Pilar, fui a pedir trabajo. Pasó un año hasta que en enero del 2017 me llamó y me ofreció incorporarme a la Auditoría General de la Municipalidad con el sueldo mínimo, que para mí era una fortuna. Al mes, el periodismo local –partidario de la oposición– se enteró de mi labor y empezó una campaña feroz contra Ducoté, hasta amenazarlo con empapelar Pilar con su foto y la mía: "Ducoté contrata delincuentes". No podía exponer a Nicolás a semejante costo político cuando él me había hecho el favor de conseguirme trabajo. Decidimos, de común acuerdo, terminar el contrato y me dieron de baja.

Hoy mis días transcurren entre mi programa de cable –que hago gracias a Víctor Ghiglione– en Radioxpilar, la FM 100.3, de lunes a viernes de 19 a 20 horas, con los pocos auspicios de quienes creen en mí, y el delivery de pizzas y empanadas. No voy a bajar los brazos. Sigo buscando trabajo, sé que DIOS está conmigo y no me va a abandonar.

Para poder soportar todo lo que estaba viviendo después de la muerte de mi hermana, para poder ponerle el cuerpo a esta batalla judicial que nos estaba aniquilando, me acerqué a un Grupo de oración. Un amigo me invitó a incorporarme hace ya un año y medio. Desde entonces, martes de por medio, nos juntamos con un grupo de amigos a hablar de DIOS y leer su palabra. Me ha hecho muy bien acercarme a Él y hoy vive en mí.

Me apoyé también en mi familia, a la que transformaron de honorable en mafiosa. Y quiero nombrarlos uno a uno porque sin ellos no sé si hubiese tenido las fuerzas para soportar tanto.

Mamá, que desde la muerte de María Marta no quiso seguir viviendo y se entregó. Nunca pudo entender, ni creer, lo que se decía de sus hijos y sus yernos; solo su fuerte corazón y nuestro amor incondicional le permitieron vivir hasta el 13 de junio de 2013.

Papá, quien gracias Dios sigue adelante con sus 93 años y espero que por varios años más. Él puso su sabiduría y amor para que todos en la familia nos sintiéramos acompañados.
Dino (Constantino Hurtig), mi padrastro, a quien increíble e injustamente se procesó por encubrimiento, también sufrió en su salud las consecuencias de tanto ensañamiento (varios by pass) y un cáncer del que gracias a Dios pudo salir adelante.
Carlos Carrascosa, que perdió al gran amor de su vida, se enteró de que no había sido un accidente sino un crimen, y tuvo que soportar que lo culparan del asesinato y lo condenaran a prisión perpetua. Estuvo casi ocho años preso, sin pruebas. Perdió todo. Hoy la justicia le dice "Usted es inocente". Vive como puede y sigue adelante con la esperanza de ahora poder saber quién o quiénes mataron a su adorada María, como él la llamaba.
Irene Hurtig, mi hermana. También perdió su trabajo, pero como una leona se sobrepuso y no dejó nunca de luchar por nuestra inocencia. Se recibió de abogada (ya era Licenciada en Ciencias Políticas), peleó al lado de su marido Guillermo en su enfermedad hasta el final, y hoy sigue peleando para sobrellevar el durísimo golpe de la muerte de "su gordo adorado".
John (Juan Hurtig), mi entrañable hermano y amigo. Luchó como el que más. Iba con la causa bajo el brazo a entrevistarse con cuanto periodista quería leerla. Solo consiguió que la leyeran Pablo Duggan y Tuni Kollman, a los demás no les interesaba saber la verdad del expediente. Hoy creo que encontró a la mujer de su vida y juntos se fueron a vivir a Córdoba. Es broker de seguros y mantiene su clientela desde allá.
Mi querido cuñado Guillermo Bártoli (+), marido de mi hermana Irene, perdió su trabajo en un importante banco, dio batalla por su inocencia mientras pudo, hasta que un cáncer se lo llevó. Cómo me hubiera gustado que estuviera con nosotros viendo el vuelco que ha dado la investigación. Dios lo tiene en su gloria.

Hoy gracias al amor incondicional que nos tenemos, a nuestros amigos de "fierro" que siempre estuvieron, a saber que tenemos la verdad y que somos absolutamente inocentes, podemos seguir adelante y esperar que de una buena vez se haga justicia.

Pasamos por juicios orales, condenas y prisiones, hasta que en diciembre del 2017 la Justicia absolvió a Carlos (Carrascosa) y se designaron dos nuevos fiscales: María Inés Domínguez y Andrés Quintana. Ambos leyeron la causa –42 cuerpos del expediente– y se convencieron de la línea sesgada que se había tomado en nuestra contra. Determinan que el camino correcto pasaba por el robo seguido de muerte y por la investigación al vecino del country Carmel, Nicolás Pachelo, y su entonces mujer Inés Dávalos. La causa del crimen de María Marta empieza a investigarse en serio.

Espero que los fiscales busquen a los responsables hasta el final. Y que, luego de un justo y debido proceso, la justicia pueda resolver el crimen de mi hermana. Que el o los asesinos cumplan con la condena que se merecen. Y que la verdad gane.

Se lo debemos a María Marta. SERÁ JUSTICIA.

No hay comentarios :

Publicar un comentario