Web Toolbar by Wibiya Caso García Belsunce: Una hipótesis incoherente

martes, 31 de mayo de 2011

Una hipótesis incoherente

Vale la pena analizar algunos aspectos de la acusación de Molina Pico. Según él la familia planificó cuidadosamente el asesinato de María Marta, hubo “planificación” y “asignación de roles”, se “instaló” la hipótesis del accidente y se “armaron” las coartadas.

Para empezar cualquier homicida buscaría matar lejos de sus lugares de pertenencia para no quedar involucrado. El peor lugar para matar a alguien es en tu propia casa. Ninguna planificación coherente puede elegir tan mal el lugar del hecho. Si uno va a matar a alguien con quien tiene confianza, puede fácilmente conducir a esa persona a un lugar alejado y despoblado, como para poder proceder sin testigos incómodos. En este caso, se eligió el peor lugar posible, la propia casa del imputado.

El fiscal incurre en la imputación en una flagrante contradicción que he descubierto con la ayuda del abogado Carlos Bosch que escribió algunas palabras sobre el caso. Según Molina Pico la hipótesis del accidente es instalada por la familia para encubrir el asesinato. Pero al mismo tiempo, el mismo fiscal utiliza como argumento de peso el hecho de que no hubieran notado los disparos de bala en la cabeza de María Marta. Acá debemos detenernos en algo fundamental para la causa: es cierto que los disparos de arma de fuego no se notaban, se podían palpar algunas heridas, pero no eran reconocibles como disparos de arma de fuego. Esto ha sido probado con el testimonio irrebatible de los médicos forenses que hicieron la autopsia y que fueron elegidos por Molina Pico. Sin embargo todas las personas reaccionaron igual cuando supieron de los disparos; en forma unánime a todos les cuesta creer que los disparos no se veían, es casi como que la lógica indicara que deberían verse, aunque no fuera así en la realidad. Por eso es totalmente lógico pensar que si uno va a matar a alguien con disparos de arma de fuego, es ridículo imaginar que los disparos no se van a notar, cualquiera, o sea todos, hubieran pensado que los disparos se iban a ver, por lo tanto la hipótesis del accidente iba a ser difícil de sostener, iba a ser poco creíble, iba a ser descubierta enseguida… Lo que intento demostrar es que el fiscal por un lado dice que inventaron una coartada en una cuidadosa planificación y después los imputa porque la considera increíble e insostenible. ¿En qué quedamos? ¿Se planificó un asesinato y se inventó una coartada que los incriminó automáticamente? Está clara la contradicción de Molina Pico.

La hipótesis que planteó la familia sobre el accidente es una prueba de su inocencia, no de su culpabilidad. Tal es así que ni siquiera es la misma hipótesis la que esgrimen los diferentes miembros de la familia, algunos dicen que se resbaló en la ducha, otros que se golpeó contra una viga y se fue a lavar a la bañadera en donde cae desvanecida, etc.

Este grupo e homicidas y encubridores es digno de los tres chiflados, elige el peor lugar para matarla, llaman a dos ambulancias, buscan a todos lo médicos posibles (solo consiguen un estudiante de medicina, pero intentan en todo el country encontrar uno recibido), dejan entrar a la masajista, lanzan una hipótesis increíble, imaginan que nadie se va a dar cuenta de los disparos (“algo imposible de creer”), reciben a más de 200 personas en el velorio en el lugar del hecho, llaman a la policía y al fiscal de turno, no intentan cremar el cadáver, le cuentan al fiscal que encontraron un sospechosos “pituto”, etcétera, etcétera.

Esta acusación es tan incoherente y tan violatoria del sentido común, que es casi un insulto a la inteligencia creerla.


Pablo Duggan

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