Web Toolbar by Wibiya Caso García Belsunce: Entrevista a Irene Hurtig

viernes, 2 de mayo de 2003

Entrevista a Irene Hurtig

Carmel es un lugar increíble. Tiene árboles con follaje verde, amarillo o anaranjado. Sus calles sin nombre hacen recorridos planificados en las 89 hectáreas donde se levantan casas monumentales. Carmel es increíble y tal vez hoy, jueves 24 de abril, luzca como la tarde del 27 de octubre del año pasado, cuando la lluvia cambió los planes de María Marta García Belsunce. Ahora, a las seis de la tarde, mientras el auto de Para Ti se dirige hacia la casa de la familia Bártoli, la lluvia que ya se fue deja paso a un sol tardío que hace jugarretas con los colores, mientras el agua en las acequias repletas corre hacia algún lugar desconocido. Que sea 24 de abril hace también al lugar diferente: hoy la socióloga habría cumplido 51 años… si seis meses atrás no la hubieran encontrado muerta, asesinada por seis balazos. 

La casa de la familia Bártoli queda cerca de la entrada del country. Es de una planta y de techo azul, y está ubicada enfrente de las canchas de tenis donde María Marta García Belsunce tenía cita obligada con una de sus pasiones. El living de la casa, donde la familia asegura haber visto dos partidos de fútbol, es acogedor, con baldosas color terracota, paredes y sillones blancos, y un hogar lleno de fotos familiares. Al lado de la chimenea, dentro de un mueble de madera, está el televisor. Y sentada en uno de los sillones blancos está sentada Irene Hurtig. Y permanecerá sentada en ese lugar hasta que la entrevista termine, cuando llegue a la casa Guillermo Bártoli, su marido. 

Irene Hurtig es una mujer de cuarenta años, delgada y de rasgos fuertes. Tiene hablar seguro: levantará pocas veces la voz y, en algunas ocasiones, hasta susurrará. Tal vez porque el día en que Para Ti la entrevistó fue el mismo en que fue a dejarle flores a su hermana -en la bóveda que los García Belsunce tienen en el cementerio de Recoleta- ella lleva una remera negra. En su cuello tiene un rosario de cuentas color marrón y, en su muñeca, cintitas violetas y rojas. 

Entre los integrantes de la familia, Irene fue una de las más apuntadas por los rumores y una de las que más dudó en dar la cara a los medios de comunicación."Salí a hablar porque nunca pensé que esto iba a llegar hasta acá. Las cosas que dicen son de una bajeza increíble", dice. "Porque más allá de que haya una familia sobre la que la justicia deberá investigar si cometió errores o no, esto es una tragedia". Entonces agrega: "Es fácil hablar hoy de todo lo que se debería haber hecho, de todo lo que se debería haber pensado. Pero yo te puedo asegurar que estás en esa situación y no entendés nada". Y continúa: "Nosotros somos una familia normal. Ahora tenemos que soportar que digan que somos una familia de delincuentes, asesinos, encubridores y que mis hijos, dos criaturas, sean acusados de mentirosos". Irene habla y mira fijo. No llora. Dice que se siente juzgada: "No puedo creer que me juzguen por si lloré o no, si dije, si sonreí, si miré... Yo parezco muy entera, pero no es así. Es que no soy de mostrar mis sentimientos delante de gente que no conozco. No voy a llorar delante de cualquiera. Hay gente que sí puede hacerlo. A mí, eso me cuesta muchísimo". 

Cadena de errores

"Soy muy parecida a María Marta. Teníamos muchas cosas en común: la forma de ver las cosas, la política, los temas sociales". Casada con Guillermo Bártoli y madre de dos hijos -Francisco y Tomás, de 13 y 10 años-, Irene Hurtig es diez años menor que María Marta García Belsunce. Es licenciada en Ciencias Políticas (estudió en la Universidad Católica Argentina) y desde hace años se dedica a investigaciones de mercado, es la mayor del segundo matrimonio de su madre María Luz Galup de Lanús (con Constantinto Hurtig). De esa relación también es hijo Juan "John" Hurtig. "De chicos, no convivimos con María Marta y sus hermanos, sólo nos veíamos los fines de semana. Mamá siempre logró inculcarnos que éramos hermanos", explica. Irene tenía nueve años cuando María Marta y Carlos Carrascosa se casaron. "La relación empezó a ser más frecuente cuando fuimos más grandes. De adolescente, me quedaba a dormir en la casa de María Marta y Carlos, así podía salir", recuerda. Siete años atrás, ante la insistencia de Carlos Carrascosa, los Bártoli se mudaron al country Carmel y la relación se intensificó cada vez más. "No había día en que no nos viéramos o llamáramos. Comíamos juntos casi todos los fines de semana. Ella y Carlos estaban autorizados a retirar a nuestros hijos del colegio ante cualquier situación o llevarlos a la casa de algún compañerito. María Marta entraba a nuestra casa sin pedir permiso… Si tenía un casamiento, venía y buscaba lo que quería. Yo también. En general, ella buscaba más acá". Y se ríe por primera vez, con una risa sin ganas. 

-¿Cómo era tu relación con María Marta? -Ella siempre charlaba conmigo y me preguntaba por mis cosas. Sin embargo, no hablaba mucho de ella ni de sus intimidades: era reservada.

-¿Y con su marido, Carlos Carrascosa? -La relación con él era buena. Siempre tenía un chiste para contar. Yo bromeaba con que él era la alegría de la casa.

-Y ellos, ¿cómo se llevaban? -El ponía la tranquilidad y ella la racionalidad. Carlos es un hombre muy pachorro y ella, una persona de mucha vitalidad. Te juro que la gente que los conoce sabe que la relación entre ellos era de mucho respeto. María Marta no podía tener hijos. Ella y Carlos pensaron en adoptar, pero ésa era una decisión difícil. No creo que ella estuviera frustrada por eso: había volcado toda energía en sus ahijados, en sus sobrinos y en la labor social que realizaba desde hacía años. 

Ultimas imágenes de María Marta

Irene sigue sentada ahí, gesticulando en el sillón blanco de ese living donde vio por última vez a su hermana. "Estábamos los cuatro acá, mirando la tele, y la empleada en la cocina. Entonces llamó el Gordo y me dijo: 'Gorda, vení, María tuvo un accidente'. Yo le dije: '¿De qué me estás hablando? Gordo, no me jodas, si hace un rato estaba acá?'. Pero él se largó a llorar: 'Vení; tuvo un accidente'. Guillermo salió primero. Yo salí después porque estaba en la cama y no tenía los pantalones puestos. Le dije a los chicos que se quedaran tranquilos". 

-Se dijo que Ud. estaba durmiendo en el primer piso… -No tenemos otro piso. Se dijeron cosas peores que lo del primer piso. 

-¿Se refiere al testimonio de la mucama, Catalina Vargas, que aseguró que en este living no se vio ningún partido?-Ese era el primer fin de semana que esa señora trabajaba en esta casa. Trabajó el siguiente y al otro tomé a otra empleada porque no resultó como yo quería. Se le pagó lo que se le debía y se fue. No tengo nada en contra de esa persona. ¡Si llegaron a ella a través de mi declaración: en mi presentación espontánea, en marzo, yo di su nombre! En su declaración ella recuerda que seis meses atrás, a las seis de la tarde, ya había levantado las tazas y no había nadie acá…

-¿Y no fue así? -A las seis de la tarde yo no había llegado a Carmel todavía. Llegué a las dieciocho y diez. Entré a casa y la vi a María Marta. Si vos querés sacar a la familia de lado, porque todos somos sospechosos, sacala. Pero también estaban Fran y Tomy, mis hijos. Y Diego Piazza con su novia. Si vamos a ser exactos, el partido River-Boca terminó a las seis y pico: seis y cuarto, seis y diez. Entonces, es incorrecto lo que dice. Cuando yo llegué María Marta estaba ahí parada. Se estaba yendo. Dijo: "Me voy a bañar porque viene la masajista". Le di un beso y me fui a acostar a mi cuarto porque me sentía engripada. Gracias a Dios que me pude despedir de ella. Imaginate el impacto: a las seis y diez le di un beso; a las siete, siete y cinco, me llamaron para decirme lo del accidente; y después la vi tirada en el piso…. 

-Mirta Insfrán, la mucama de la familia Piazza, dijo que usted y María Marta tuvieron una pelea el día previo a su muerte, quizás por algún asunto de dinero.-Ella estuvo dos días trabajando en lo de los Piazza y asegura haber escuchado una pelea que ocurrió el sábado. Yo el sábado fui a un casamiento. Tengo 300 testigos. ¿En qué momento fue, entonces?

-Hay otros momentos a lo largo del día. -El sábado no la vi a María Marta en todo el día. Me fui a las seis de la tarde del country. 

-A lo mejor se confunde y la pelea fue otro día… -Yo nunca me peleé con mi hermana, y menos por plata. ¡No teníamos relaciones comerciales! ¡Eramos hermanas: no socias! Acá hay una gran facilidad para mentir.

-En un programa de televisión se dio una cifra: 500 mil pesos. -Eso se dijo en el programa de Mariano Grondona. Yo pienso que si él sabe algo, tiene que ir a la fiscalía a aportar lo que tenga. 

-También se habló de un triángulo amoroso como eje del crimen…-Las hipótesis pueden ser miles. Pero, ¿por qué todas las hipótesis están atadas a la familia? Llevamos seis meses así. Si Bush invade Europa, nosotros vamos a seguir en la tapa de los diarios. Yo me pregunto por qué.

-La opinión pública atenta al caso lo atribuye al peso del apellido García Belusunce dificulta el esclarecimiento del caso. Muchos aseguran que el caso ya estaría resuelto si la víctima y su entorno se llamaran Pérez, Gómez o González.-Si nos llamáramos Pérez, al menos tendríamos la misma Justicia. Nosotros ¿de qué nos salvamos? ¿Cuál es el beneficio que nos dio el apellido? Hemos perdido una hermana querida y tenemos que soportar desde hace seis meses una campaña mediática que no mide el daño y el dolor de nuestras familias. Pero en mi fuero íntimo digo que para algo servirá todo esto. Si la ida de María Marta ocasionó este revuelo es porque algo en la Argentina tiene que cambiar.

-¿Qué cosa?-No sé qué. Algo.

-¿Ustedes reconocen haber cometido irregularidades?-Yo reconozco, todos reconocemos, haber cometido errores. Pero acá hay que entender que no hubo un encubrimiento organizado. Hubo una cadena de errores, pero sin mala intención. Pero, ¿por qué se habla de encubrimiento? ¡Si es la misma familia la que descubre todo! Si vas a encubrir, ¿llamás a un fiscal y a dos ambulancias?

-El llamado que hizo su medio hermano, Horacio García Belsunce, para que "le sacaran la policía de encima" se interpretó como un directo intento de encubrimiento.-Horacio no llamó para parar a la policía sino para que entrara lo más tranquila posible. Imaginate: estaba Horacio padre destrozado y mamá shockeada. Era un ambiente de terror. Pero acá no llegó ningún auto policial y no porque Horacio lo haya llamado al señor Casafús, sino porque nunca llegó. En la causa consta que ni la comisaría de Pilar ni la de Villa Rosa registran haber mandado patrulleros a Carmel ese día. 

-¿Qué creés que pasó con el doctor Noltin, que asegura que no lo dejaron entrar? -¿Quién no lo dejó pasar? Si hasta dice que le dieron guantes. 

Sospechas Dice Irene Hurtig que hay días -casi todos- en los que se levanta con una pregunta: ¿Por qué? "Hoy mi vida es un desastre. Es como si las torres del 11 de septiembre se nos hubieran caído encima. Todo el día, hago cosas como si fuera un robot. Cuando paro, el dolor es de una profundidad increíble. Dejé de trabajar, por mutuo acuerdo. Es que mi vida son reuniones con abogados, psiquiatras y psicólogos para los chicos.

-¿Pensaste en irte de este lugar? ¿No sentís que te miran de otra manera?-Jamás pensé en irme, a pesar de que se dijo que sí. En general, con la gente de Carmel y con mis amigos de acá sigo teniendo la misma excelente relación. Tenemos un apoyo absoluto y muchos han expresado su solidaridad. Mis hijos acá tienen amigos y una vida hecha. Además, en medio de un proceso judicial, tampoco voy a tomar decisiones. El día de mañana veré. 

-Además de ir al psicólogo, ¿cómo ha resultado todo este caso para tus hijos?-Por suerte el colegio nos dio un apoyo incondicional. A mis hijos no tengo que explicarles nada. Ellos estaban el día en que su tía Pata, su tía del alma, murió. Ellos saben quiénes somos. Además, me aseguré que ellos tuvieran la mayor protección posible. Esto puede sonar contradictorio porque se ha dicho que he expuesto a mis hijos a hablar por radio. Yo lo que hice fue dejar que ellos hablaran porque ellos querían hacerlo desde enero, cuando mi padre declaró ante el fiscal. 

-Dice que todos los días se pregunta por qué, y no halla ninguna respuesta… ¿Cómo sigue?-Lo único que me mantiene en pie es que aparezca el, la o los que hayan sido. Todos vamos a seguir hasta que aparezca. Además, tengo la convicción de que si esto hubiera pasado conmigo o con alguno de nosotros, María Marta habría usado toda su energía para encontrar la verdad. Además, tengo una familia, hijos. Y, también tenemos que apoyarlo a Carlos. El era lo más importante en la vida de María Marta.

-El es el único imputado hasta ahora. ¿No le da miedo poner las manos en el fuego por él?-¡Lo que pasa es que Carlos estaba acá, con mi marido y con mis hijos! Está confirmado que él salió de acá y fue a lo de Taylor. Cuando llegó a su casa encontró al guardia Ortiz que le dijo que la masajista estaba esperando. En su casa no hay armas. Y además ¡lo conozco desde hace 30 años!

-Un hombre "pachorriento", como definió a Carlos Carrascosa, ¿cree que puede haber tenido una reacción violenta? -¿A vos te parece que una persona tranquila puede matar a la mujer y volver a ser pachorriento y nunca demostrar nada? Yo no conozco ningún caso. Además, si María Marta hubiera sospechado algo, no habría estado al lado de un hombre así. María Marta era, en ese sentido, "al pan pan y al vino vino". Y hay que estar 31 años juntos y sin tener chicos... 

-Entonces, ¿tenés alguna sospecha ahora que ya se tienen los patrones de ADN?-En la causa hay otros indicios que se dejaron de lado. -¿Se refiere a la línea de investigación que apunta al vecino Nicolás Pachelo y a su esposa Inés, por ejemplo? -No quiero hablar de él, porque no lo conozco. (Horacio García Belsunce lo señaló por televisión con nombre y apellido).

-Adentro tuyo, ¿vos qué pensás? -Yo tengo mis sospechas.


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